Salmo 138: Jehová Cumplirá Su Propósito en MíMuestra

La predecibilidad de Dios es la base de su confiabilidad

Me postraré hacia tu santo templo, y alabaré tu nombre por tu misericordia y tu fidelidad; porque has engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas (Salmo 138:2).

Uno de los atributos de Dios es su fidelidad. Él siempre dice la verdad, y siempre cumple sus promesas; siempre cumple sus planes y propósitos para con su creación y para con cada persona. En esto Dios es predecible, pues nunca miente, nunca abandona sus planes y nunca falla en cumplir su palabra. A lo largo de la historia Dios ha sido fiel a su palabra y sus pactos.

Dios es predecible

Dios es predecible para sus hijos, no en el sentido de rutinidad, sino en la expresión de su carácter. Dios siempre actúa con amor, fidelidad y misericordia; siempre cumple su palabra. Él no actúa de una manera que contradiga su naturaleza revelada. Dios tiene la libertad, el poder, el conocimiento y la autoridad para hacer lo que quiera en el universo. Él es soberano. Pero Él es congruente en su accionar con los atributos de sí mismo revelados. Esa verdad infunde confianza en sus hijos.

David tiene una profunda convicción en la providencia de Dios, dada la predictibilidad de su amor incondicional y su fidelidad inmutable para con su pueblo. Esa es la base de seguridad del creyente cristiano: la inmutable personalidad de Dios, su voluntad de llevar a cabo sus propósitos y su firmeza en cumplir su palabra y sus promesas. Yo apresuro (tengo en cuenta, respaldo, protejo) mi palabra para ponerla por obra (para que se cumpla) (Jeremías 1:12). No romperé mi alianza ni faltaré a mi palabra (Salmo 89:35 - DHH). Dios nunca se retracta de su palabra. Números 23:19 (NTV) dice: Dios no es como los mortales: no miente ni cambia de opinión. Si Dios dice algo, Él lo cumplirá.

Dios es totalmente congruente entre lo que ha declarado en su palabra, y lo que Él hace para cumplirla. Dios es predecible en cuanto a lo que hará a favor de sus hijos (no siempre en el método y las circunstancias), sino en el propósito final. Siempre usará de su amor y misericordia para con sus hijos. Podemos decir que Dios ha demostrado a lo largo de la historia del hombre, su confiabilidad y congruencia para actuar en favor de sus hijos.

David alaba a Dios

Esa fidelidad que le confiere confiabilidad a Dios es reconocida por David, y por eso él le alaba.

David alaba a Dios por su santo nombre, su pacto y fidelidad: (a) por su revelación a través de su palabra (Salmo 138:2), (b) porque responde a sus oraciones, fortaleciéndole (Salmo 138:3), (c) por quien es Dios en sí mismo, que es “misericordia y fidelidad (verdad)”.

Notamos un patrón importante en las razones que da David para su alabanza. Es importante alabar a Dios por quién Él es, incluso más que por lo que ha hecho por nosotros. David:

· Primero, alabó a Dios por quién Él es – un Dios de misericordia y fidelidad.

· Luego le dio alabanza a Dios por su revelación – la palabra, magnificada por encima de su mismo nombre.

· Luego alabó a Dios por lo que había hecho – la respuesta de Dios a la oración de David en un momento de crisis.

Dios es digno de confianza

En los tiempos presentes una plaga de escepticismo está devorando nuestro mundo. No hay en quien confiar. Los héroes caen, los líderes se equivocan, los amigos nos traicionan, en muchos casos aun nuestros familiares más cercanos nos abandonan en los momentos más difíciles. Hasta la gente más sincera nos decepciona y fracasa en sus mejores intenciones.

¿Dónde poner nuestra confianza y saber que no seremos defraudados? ¿En quién confiar?

Dios es digno de confiar en Él. El no cambia de opinión, no se retracta, no se contradice, no se equivoca (es infalible), no falla (es inerrable). Moisés escribió: “El es la Roca, sus obras son perfectas, todos sus caminos son justos, es fiel y no hay en él iniquidad, es justo y recto” (Deuteronomio 32:4). Un Dios fiel y justo que no se equivoca, retracta o contradice. Aquí hay una base segura y sólida de la que podemos depender. Podemos confiar en la fidelidad de Dios, quien “es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8). Aquí hay un fundamento seguro, confiable, inmutable y firme sobre el cual podemos edificar nuestra vida, en la confianza de que no seremos decepcionados y de que nos proporcionará la fortaleza, la solidez y la correcta dirección que necesita nuestra vida.