Salmo 51: Un Modelo De Oración Para Manifestar El ArrepentimientoMuestra

Confesión y petición de perdón

Petición de piedad

Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia es la oración de un hombre que sabe que ha pecado y está perdido. David se humilla delante de Dios y reconoce su pecado. Esta actitud de David de reconocer su pecado y humillarse delante de Dios, sin buscar justificación, es la actitud que Dios demanda de sus hijos cuando le fallan. David le dijo a Natán, en forma directa y contrista, pequé contra Dios (2 Samuel 12:13).

Reconocimiento del pecado y confesión

“Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos” (Salmo 51:3-4). Esta es una confesión genuina, directa, sin excusa y con claridad; llena de quebrantamiento. No intenta justificar sus acciones, ni minimizar su culpa.

Aun cuando David pecó contra Betsabé y Urías, su pecado es fundamentalmente contra Dios. El pecado se dirige siempre contra Dios; no interesa qué clase de pecado sea, siempre es contra Dios.

David, arrepentido, pidió piedad, conforme a las misericordias de Dios. Era una petición hecha con un corazón contrito y humillado. Reconoce y confiesa su pecado como rebelión contra Dios, sabiendo que solo Él le podía perdonar. Dios es el único que puede darnos un nuevo comienzo. No importa cuán grande sea nuestra falta o pecado, al venir ante Él en arrepentimiento y humildad, reconociendo que le hemos fallado, Él nos perdona, nos restaura y nos ayuda a seguir adelante.

David utilizó varias palabras para expresar su ofensa en contra de Dios; prueba de que estaba plenamente consciente de su pecado.

• Rebeliones (transgresiones) tiene la idea de cruzar una barrera, de transgredir unos límites. David había traspasado los límites morales y espirituales de Dios (Salmo 51:1).
• Maldad (iniquidad) tiene la idea de torcido o perversión. David había cedido a su propia concupiscencia (Salmo 51:2).
• Pecado tiene la idea de estar corto o de errar al blanco. David se había desviado del camino de Dios (Salmo 51:2).

Dios requiere del pecador arrepentimiento genuino, un corazón contrito y humillado. Y, David, aunque anhelaba enmendar su relación con Dios, comprendía que Dios deseaba tener más que solo sus sacrificios vacíos y ofrendas quemadas; Dios quería un corazón sinceramente arrepentido. Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios (Salmo 51:16-17).

David reconoce la misericordia de Dios

Si bien David reconocía la multitud de sus pecados, también reconocía la multitud de las misericordias de Dios. Dios tiene misericordia y nos perdona, no nos aplica el castigo que nos merecemos.

Cuando tomamos conciencia de nuestros pecados, y nos arrepentimos y le pedimos al Señor que nos perdone y que nos ayude a no hacerlo más, Él nos da otra oportunidad. En cierto sentido, la piedad o misericordia es como dar otra oportunidad. Dios te concede otra oportunidad al no darte el castigo que te mereces. Eso pide David aquí en oración y eso deberíamos orar todos: Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia.

Como David, dejemos que el dolor de nuestra transgresión nos acerque al Señor para buscar su perdón, ya que su misericordia es infinita y su sacrificio es eterno. “... Aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18).