Salmo 51: Un Modelo De Oración Para Manifestar El ArrepentimientoMuestra
La historia detrás del Salmo 51
Al leer 2 Samuel, capítulos 11 y 12 nos documentamos del pecado cometido por el rey David. Él codició a Betsabé, una mujer casada con otro hombre, y abuso de su poder como rey para tomarla para sí. Luego planeó la muerte de su esposo Urías para ocultar su pecado, una vez que se enteró que ésta mujer estaba embarazada. Y luego pretendió seguir con su vida como si nada hubiese pasado.
Luego el profeta Natán confrontó a David con su pecado, y este se arrepintió, y Dios le perdonó; pero David tuvo que cargar con las consecuencias de su pecado.
Consecuencias del pecado
Cuando pecamos podemos experimentar arrepentimiento, y pedir perdón a Dios, y Él es amplio en perdonar. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). Pero eso no nos exime de vivir las consecuencias de nuestros errores. “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6:7). Al pecar perdemos algunas cosas buenas que Dios nos quiere dar porque nos apartamos de su plan. Necesitamos comprender que Dios como Juez justo no puede dejar nuestro pecado si retribución, si bien el ofrece perdón en los méritos de Cristo.
David creyó que se había salido con la suya, pero las consecuencias le acompañarían. Y mientras David se mantuvo impenitente, y cayó su pecado, fue un hombre atormentado; su corazón se entenebreció. Esa es la naturaleza del pecado: degrada. En el Salmo 32:3 él dijo: “Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día”. Y en el Salmo 32:4 continuó diciendo: “Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de verano”.
David experimentó las consecuencias de su pecado, en lo físico (salud), en lo psicológico (angustia, aflicción, etc.), en lo social (pérdida de su reputación) y en lo espiritual (degradación). Hasta el día de su muerte, pagó por su pecado. No solo murió el niño concebido en adulterio, sino que el hijo a quien él amaba y en quien había pensado para sucederle en el trono, también murió, antes de levantarse en rebelión en su contra. Desde ese momento de su transgresión la vida de David se volvió sufrida y llena de adversidades, sí bien Dios le perdonó.
La vida de David es una clara advertencia de las consecuencias del pecado.
Sin embargo, la Biblia nos enseña que aun cuando Dios permite que vivamos las consecuencias naturales de nuestros errores y pecados; en el proceso Él no nos deja solos. Recordemos que Él nos ama incondicionalmente, y Él es infinitamente misericordioso. Y si nosotros nos arrepentimos, le buscamos y nos apoyamos en Él, saldremos victoriosos, porque Él está dispuesto a perdonarnos, levantarnos, consolarnos, vendar nuestras heridas, darle firmeza a nuestro carácter, apoyarnos y restaurarnos.
Ahora, si bien David cometió graves pecados, como el adulterio y el asesinato; David acudió a Dios con gran honestidad y quebrantamiento, suplicando perdón. David finalmente salió victorioso del proceso. En David encontramos un modelo de arrepentimiento y reconciliación con Dios.
David nos enseña algunos pasos para restaurar nuestra relación con Dios, una vez que pecamos.
Acerca de este Plan
El Salmo 51, escrito por David, es un clamor por perdón y restauración. ¿Cómo buscar la misericordia de Dios después del pecado? David ofrece una ruta de cómo hacerlo. Este salmo penitencial expresa un profundo arrepentimiento y un gran anhelo de purificación y restauración. En este salmo David reconoce la gravedad de su transgresión, suplica por un corazón puro, un espíritu recto dentro de sí, y promete enseñar a otros pecadores la verdad de Dios. El salmo aborda temas de confesión, perdón y renovación espiritual. El Salmo 51 ofrece un modelo de verdadero arrepentimiento.
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Nos gustaría agradecer a Arnoldo Arana por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://vidaefectiva.com/