Ritos Y Costumbres a La Luz De La EscrituraMuestra

Si Dios prohíbe todas estas prácticas es porque conoce quiénes operan detrás de ellas.

Desafortunadamente, muchas personas que han recibido beneficios de estas prácticas las recomiendan, y es común que lleven a sus hijos o familiares a consultar con curanderos. Las estadísticas muestran que las mujeres son quienes más buscan soluciones en estas prácticas.

Quienes no están ligados a Dios y carecen de conocimiento de las Escrituras pueden ser engañados por filosofías y sutilezas según las tradiciones de los hombres. El engaño es tan sutil que se mueve fácilmente en la mente y el corazón humano. Debemos estar alertas para no caer en doctrinas de demonios. Muchos practican el refrán "A donde fueres, haz lo que vieres", lo cual es una invitación a seguir costumbres locales, aunque sean contrarias a las Escrituras.

Las voces y ecos religiosos de prácticas y costumbres que nos han legado nuestros antepasados deben ser examinadas a la luz de la Escritura. Muchas personas honran la memoria de sus ancestros a través de estas costumbres, pero no todas las herencias que recibimos son buenas. Algunos hemos sido rescatados de una vana manera de vivir que heredamos de nuestros padres, ¡qué terrible!

La palabra "vana" significa, según el diccionario, algo que carece de realidad, sustancia e identidad. Así como nosotros heredamos una vida vana, también nuestros padres la recibieron de los suyos, hasta llegar a Adán y Eva. Estas prácticas traen consecuencias graves, que se manifiestan a través de enfermedades o tormentos, y algunas personas pierden a sus seres queridos porque son consagrados o sacrificados como precio a pagar.

Para salir de esto es necesario arrepentirse, renunciar a toda práctica de ocultismo, pedir perdón a Dios, aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador, y alimentarse de la Palabra.

Oremos:
Señor, me arrepiento de toda práctica de ocultismo y hechicería que he realizado. Te pido perdón por todos mis pecados. No quiero una vida vana, sin sentido ni identidad. Perdóname por honrar costumbres paganas que no te honran, y si he enseñado a otros a hacer lo malo, también perdóname. Acepto a Jesucristo como mi Señor y Salvador, acepto su sacrificio y que su preciosa sangre me cubra. Acepto la identidad que me das como tu hijo. Quiero ser oveja de tu rebaño y que tú me guíes. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.