La oración eficazMuestra

La perseverancia en la oración

¿Es aceptable el orar repetidamente por la misma cosa, o sólo debemos pedirla una vez?

La oración que prevalece ante Dios exige perseverancia, no para vencer la renuencia o indiferencia de Dios, sino para aferrarse a su disposición de dar. Eso implica entrar en una discusión, negociación y regateo con Él.

Dice Walter Wink que “la oración bíblica es impertinente, persistente, desvergonzada, indecorosa. Es más regatear en un bazar al aire libre que como los corteses monólogos de la iglesia”.

El Señor Jesús consideró tan importante que entendiéramos el valor de la perseverancia en la oración que expresó dos parábolas para hacer énfasis en su importancia.

Por otra parte, estas dos parábolas dejan claro que la oración no es algo fácil y cómodo. La oración tiene que abrirse paso en medio de dificultades. Por eso se necesita la inoportunidad para obtener la respuesta.

En estas parábolas, Jesús muestra las dificultades que experimentan nuestras oraciones, a través de la renuencia de aquellas personas a las que se les hace la petición. Sin embargo, en nuestra relación con Dios, la dificultad no está del lado de Él, sino del nuestro. En el evangelio de San Lucas 10 (parábola del amigo), Jesús nos aclara que el Padre Celestial está más dispuesto a dar buenas cosas a sus hijos que se lo pidan, que un padre terrenal darle pan a su hijo. Y en Lucas 18 (parábola del juez injusto), Jesús asegura que Dios anhela hacer justicia a sus escogidos pronto.

La dificultad no está en la disposición y el amor de Dios para dar, quien quiere lo mejor para nosotros, sino en nuestra propia incapacidad para recibir la bendición. Es nuestra falta de fe y disposición la que genera la dificultad en Dios. Es también nuestra falta de preparación y madurez espiritual la que hace que Dios retrase darnos lo que pedimos, pues Dios no nos daría algo que nos perjudicara si los recibiéramos demasiado pronto y con mucha facilidad.

Necesitamos aprender a reclamar con perseverancia hasta recibir la bendición.

Para reflexionar:

¿Cuán perseverante eres en la oración?