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Propóstito Eterno

DÍA 5 DE 5

“A estos, Dios se propuso dar a conocer cuál es la gloriosa riqueza de este misterio entre las naciones, que es Cristo en ustedes, la esperanza de gloria” (Col. 1:27).

Ahora, si alguien habló de misterio, fue el Apóstol Pablo, y habló de misterio porque Cristo era alguien que había estado oculto dentro de la voluntad del Padre por siglos. Pero Pablo, por revelación del Espíritu Santo, empezó a enseñar que el misterio se había dado a conocer: “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”. El misterio no es una gran denominación, no es un gran apóstol o un gran pastor, no. El misterio es Cristo en ti y en mí. El misterio es que Cristo iba a ser impartido a su Iglesia para que ella pudiera ser su imagen en la tierra.

Ese es el misterio, eso es lo que no se podía entender por siglos y generaciones. Algunos, en el Antiguo Testamento, pudieron anticipar y atisbar algunas cosas, pero no pudieron entenderlo del todo. ¿Por qué? Porque en el Antiguo Pacto el Espíritu Santo descendía y luego se iba. Lo mismo pasaba con la unción: podía quedarse o irse, como le sucedió a Saúl. Pero llega el Nuevo Pacto manifestado en Cristo y el misterio se resuelve. Ya no se trata de una visitación del Espíritu, como algunos pensaron, sino que Cristo ahora es impartido en la Iglesia, y el misterio se va revelando en la reconciliación de todas las cosas en Él.

La Iglesia es la habitación permanente del Espíritu Santo, su lugar de vivienda. Yo no espero una visitación del Espíritu Santo porque Él vive en mí. Si espero una visitación del Espíritu Santo, es que no está. Yo no espero que Leyton, mi hijo, me visite, porque él vive en casa, él está conmigo en casa. El que visita es porque no está, no vive con uno. La Biblia asegura que nosotros somos la habitación del Espíritu Santo. Soy vivienda permanente del Espíritu de Dios, igual que usted, porque somos la Iglesia, el templo del Espíritu Santo. Ese es el misterio, dice Pablo.

“Él nos hizo conocer el misterio de su voluntad, conforme al buen propósito que de antemano estableció en Cristo, para llevarlo a cabo cuando se cumpliera el tiempo: esto es, reunir en Él todas las cosas, tanto las del cielo como las de la tierra” (Ef. 1:9-10).

Lo cierto es que este misterio solo puede ser revelado por el Espíritu, de lo contrario, no es comprensible. No se va a poder entender, y solo el Espíritu Santo puede traer ese nivel de revelación y comprensión. Pero lo que sí podemos hacer es orar, como lo hizo Pablo, para que el Dios de toda revelación quite los velos y que los ojos de nuestro entendimiento sean abiertos a la revelación de Cristo (Ef. 3:2-3).

Respecto a este misterio, finalmente, debemos entender que por la gracia de Dios tenemos una misma herencia, somos un mismo cuerpo y se nos ha dado una misma promesa cumplida.

Por Kenneth Solá y Equipo TopCristianos

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Día 4

Acerca de este Plan

Propóstito Eterno

El poder orar y tener comunión con el Padre es un privilegio que se nos ha otorgado. Estar en Cristo es un privilegio. Lo que produce el avance en la madurez espiritual es precisamente entender esto: todo lo relacionado con la vida de Cristo en nosotros es un privilegio. Eso es gracia. Por tanto, estudiar las Escrituras es un privilegio, servir es un privilegio, amar a los demás es un privilegio.

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