Edificaré mi iglesiaMuestra

Edificaré

Jesús es quien edifica la Iglesia. Lo hace desarrollando el potencial de cada miembro de la comunidad, que a su vez colabora en el desarrollo de los demás.

El Espíritu Santo repartió dones como a Él le pareció, a cada persona.

No hay cristiano sin dones y cada uno tiene una función de servicio a los demás. Los dones se complementan estratégicamente, como un engranaje que hace que todo funcione para mostrar la gloria de aquel que los otorgó. Es por este motivo que no hay una sola persona sin propósito en la Iglesia que está edificando Jesucristo.

Mientras el Espíritu de Cristo desarrolla nuestro carácter a través de los roces de la vida cotidiana en comunidad, nos enseña que los dones que recibimos puede cubrir las necesidades o debilidades de los demás, así como los dones de los demás pueden suplir las nuestras.

Las circunstancias bellas de la vida requieren la activación de los dones que generalmente se ven desarrollados y pulidos en momentos que consideramos complicados.

Pero cada circunstancia es utilizada por Jesús para seguir edificando. No tenemos un Dios de descarte. El Padre no quiere que nadie se pierda. Tenemos a un Cristo que restaura, fortalece, afirma y establece: Así edifica su Iglesia.