Lo Que Tus Ojos No VenMuestra

La perspectiva de Dios vs. La perspectiva del hombre.

Lectura: Jueces 7

Los madianitas eran «numerosos como langostas y sus camellos eran incontables como la arena a la orilla del mar» (v.12). Y como Dios conocía a su pueblo y no quería que Israel se enorgulleciera, le dijo a Gedeón que debía reducir el número de hombres que estaban a su lado, que eran 32.000.

Israel era un pueblo que se caracterizaba por olvidar a Dios, apenas se sentía cómodo y seguro. Esto me trae a memoria las incontables veces que me he olvidado de Dios cuando todo “iba bien en mi vida”, o cuando mis oraciones con pedido de auxilio fueron contestadas.

Dios le dijo a Gedeón que la manera de reducir sería la siguiente: primero que deje ir a todos los que tenían miedo, quedaron 10.000. Como esta cantidad de hombres seguía siendo mucha le indico que todos los hombres que llevaban el agua a la boca con la mano, se tenían que quedar. De esa manera los hombres que acompañaron a Gedeón a la batalla se redujo al insignificante número de 300.

Como Gedeón seguía teniendo miedo de lo que pudiera pasar y Dios conocía su corazón, le dijo que vaya al campamento de los madianitas donde escucharía algo que lo llenaría de valentía.

¿No les pasa que a veces necesitamos escuchar algo de alguien, tal vez unas palabras de ánimo para que nuestro corazón se llene con valentía? Dios siempre usa a personas que están a nuestro alrededor para llevarnos a nuestro propósito.

Después de escuchar las palabras del madianita, Gedeón adoró al Señor. Supo quién estaba con ellos y que ganarían la batalla. El y los 300 hombres fueron al campamento enemigo. Ir con 300 hombres a un campamento enemigo que cuenta con 135.000 guerreros es un despropósito, sin embargo, ese es el punto principal de la reflexión de hoy, que podamos entender que muchas veces Dios actúa de formas inesperadas y nos pide cosas que carecen de sentido. Dios se sigue deleitando en usar a aquellos que son poco probables para triunfar según la perspectiva de este mundo.

No olvides: No es con tus fuerzas que podrás pelear batallas y derrotar a tus enemigos, sino con la confianza plena en el Señor.