Explorando nuestra identidad en CristoMuestra

Mujer adoptada

Imagina este hecho: Una niña nació en un hogar donde sus padres la maltrataban. Un día, los padres, cansados del llanto de la pequeña, se dirigieron junto con ella a un basurero y ahí la abandonaron, sin ropa ni comida. La pequeña niña fue canalizada a una institución donde un matrimonio amoroso decidió adoptarla. En seguida, la bañaron, le dieron de comer, y decidieron amarla tanto como una hija biológica.

Tú y yo somos como esa niña en la historia. El enemigo nos tenía cautivas en un basurero espiritual de pecado y maldad. Dios, como ese Padre amoroso, decidió sacarnos del lodo cenagoso (Sal 40:2), nos vistió con ropas nuevas de salvación (Is. 61:10) y nos adoptó como hijas suyas (1 Jn 3:1).

El proceso de adopción tuvo un costo infinito: la sangre de Jesús. Esto debe animarte cada día, pues ya no estás sola. Aunque el mundo te haya dejado con un corazón destrozado, Dios ya te adoptó. Por lo tanto, puedes vivir tranquila y sin temor al mal, sabiendo que tienes un Padre que te acompaña a donde quiera que vayas.

1 Corintios 6:20 dice: “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”. Medita, ¿de qué maneras prácticas puedes glorificar a Dios con tu cuerpo y espíritu este día?