Naveguemos los misterios de la feMuestra

No te conformes con menos

A menudo tenemos perspectivas similares a las de las tribus de Rubén y Gad. Al igual que estas tribus de Israel, hemos viajado por el desierto de la vida, sintiéndonos perdidos y sedientos. Sin embargo, también hemos sido testigos de las increíbles intervenciones de Dios.

Los gadianitas estaban allí todos los días cuando aparecía el maná en el desierto. Los rubenitas estaban presentes cuando el Mar Rojo se abrió.

Tú también has experimentado cosas asombrosas como la provisión, el consuelo y la asistencia de Dios. Pero en medio de la vida en el desierto, puede resultar difícil conservar estos recuerdos. Es mucho más fácil insistir en los recuerdos negativos.

Al igual que las tribus de Rubén y Gad, también hemos recibido las promesas de Dios. Para Gad y Rubén, esta promesa era una tierra «de la que fluye leche y miel». Para nosotros es el reino de los Cielos, proclamado por Jesús, que no solo nos ha sido prometido, sino que también ha llegado.

Quizás estas promesas parezcan demasiado increíbles. Pueden parecer demasiado enigmáticas para que podamos comprenderlas. Por eso, al igual que estas dos tribus de Israel, nos conformamos con menos.

Podemos imaginar cómo las cosas podrían alinearse con nuestros deseos y le pedimos a Dios esas cosas menores, en lugar de esperar lo mejor de él. Podemos llegar a sentir que no necesitamos sus misteriosas promesas, que podrían conllevar desafíos imprevistos. Estamos contentos con lo que tiene sentido lógico para nosotros, lo que podemos gestionar y comprender, y eso nos parece suficiente.

Sin embargo, Dios nos llama a ser fieles. Él nos llama hacia la «Tierra prometida», nos da poder y nos equipa para luchar con valentía por ella.

Sin embargo, nuestra naturaleza inferior prefiere algo menos complicado y desafiante. Anhelamos un camino más fácil y sencillo. Sinceramente, muchas veces preferimos confiar más en nosotros mismos que en algo que escapa de nuestro control.

No te conformes con una versión diluida de la vida. Hay más. Dios ha prometido una nueva perspectiva, un lugar mejor. Si nos conformamos con nuestra agenda, corremos el riesgo de descalificarnos de todo lo que Dios tiene reservado para nosotros.

Además, el Señor nos ha dado mucho más de lo que tuvieron los rubenitas y gadanitas en sus días. No es tecnología ni es el sistema de GPS. Tenemos al gran Consolador que Jesús dejó con nosotros cuando regresó al Padre.

Señor, tu Espíritu Santo nos constriñe a estar inquietos. He probado tu bondad y he visto tus grandes maravillas. No quiero conformarme con menos de lo que mi corazón sabe que es posible. Me entrego a tu guía hacia nuevos territorios, nuevas corrientes de aguas vivas y nuevas victorias para mí y tu Reino.