Compasión Divina Versus Condena HumanaMuestra

El capítulo 18 de Mateo presenta a un Jesús haciendo énfasis en cuidar la comunión entre los hermanos y propiciando un ambiente de restauración. Relacionarse con los demás y con Dios desde la orilla del corazón y no desde la del poder. La orilla del corazón te libera, pero la otra te mantiene atado a una posición o a suposiciones que te hacen condenar o siempre preguntar “quién es más ”.

Jesús desnuda los peligros de entrar en comparaciones que desvían nuestro corazón. Cuando hablamos de condena humana hablamos de este tipo de relación que deshumaniza al prójimo. Mientras que cuando hablamos de compasión hablamos de lo que conecta con el corazón, por eso la compasión es casi lo contrario a la lástima, porque quien siente lástima no se compromete con su semejante.

Quisiera que veamos la historia de los dos deudores como uno de los poderes de la compasión: Ayudarnos a darnos cuenta de que la comunión con los demás nos ayuda a vivir la realidad de la Gracia divina. Jesús para caminar con nosotros, está dispuesto a perdonarnos para volver a conectarnos con su corazón, recorre el camino de la misericordia y compasión para que disfrutemos de su compañía, y su compañía es la mejor representación de la Gracia divina.

Ahora bien, desde la orilla de la condena humana las mismas cosas se ven distintas, cuando sentimos que nos deben o que no nos dan lo suficiente, motivados por la ansiedad, ignorancia o presiones de una cultura de buscar “quién es más ” nos vamos tras la “des-gracia” de anhelar tanto nuestros juguetes que nos olvidamos de lo realmente importante, el abrazo de Dios, su compañía, su perdón y restauración.

Tenemos dos caminos en los tiempos de los cuartos vacíos, los tiempos cuando siento que me quitan los juguetes que me daban un sentido de seguridad. El camino del que se siente tan dolido y angustiado que apenas tenga su juguete de turno o satisfacción suplida, no va a querer perderla y hará lo que sea para mantenerla así sea a costa de otros y por el otro lado, el camino del que aprende que la compañía de Dios siempre fue lo más importante y que como hijo tendrá todo lo que su Padre sabe que necesita. La compasión divina nos lleva por este segundo camino. Recuerda: Cuando Dios tenga en una mano todas las deudas y fallas del mundo que tu cometiste contra él y en la otra mano la posibilidad de volver a conectarse contigo, siempre escogerá el abrazo.