Siete claves para el bienestar emocionalMuestra

Reciba la sanidad de Dios para sus faltas

Todas las personas tienen algo de sí mismas que no les gusta. Cada uno de nosotros tiene la tendencia a enfocarse más en sus defectos y puntos débiles que en sus fortalezas. Es la naturaleza humana. Hay algunas cosas en la vida, sin embargo, que no pueden ser cambiadas. Por ejemplo, no se puede cambiar la familia en la que se nació, ni la raza o la estatura física. Ciertas debilidades físicas y/o discapacidades no pueden ser cambiadas. Pero cuando enfrenta estas cosas inalterables que le hacen maravilloso y único, usted es sabio al aceptar que, en la infinita sabiduría de Dios, esa es justo la forma en la que Él le creó.

Algunas cosas de la vida no pueden ser cambiadas por causa del mundo en el que vivimos. Por ejemplo, es posible que no pueda cambiar el hecho de que sus padres estén divorciados o que sus hijos estén involucrados en situaciones peligrosas o en comportamientos destructivos. Pero puede orar para que el Señor le sane a usted y a sus seres queridos.

Sin embargo, hay elementos de usted, de su personalidad y de sus emociones que pueden ser cambiados. Por ejemplo, puede pensar que es envidioso o propenso a la ira por naturaleza. Permítame asegurarle que la envidia y los arrebatos de ira son rasgos adquiridos. Puede pedirle al Señor que le sane de sus celos y su ira, y le ayude a confiar en Él y en los demás.

Entonces, ¿cómo puede sanar sus emociones? Primero, identifique el rasgo de carácter que sabe que desagrada al Señor y pídale perdón por permitir que este rasgo se desarrolle. Segundo, pídale a Dios que le sane de esta tendencia. Tercero, dele permiso a Dios para que Él haga lo que tenga que hacer en su vida para sanarle. Y, por último, tenga fe en que Dios está obrando en su vida y que le sanará en su tiempo y de acuerdo con sus métodos.

Dios es misericordioso. Él perdona, sana y promete entrar en cualquier área de su vida que le abra. “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará” (1 Tesalonicenses 5.23, 24).