El Espíritu Santo y la OraciónMuestra

La Biblia es la voz de Dios impresa: el soplo del Espíritu escrito de tal manera que podamos recibirlo y vivir de acuerdo a Él. El Espíritu es como un tanque de oxígeno que asegura nuestra supervivencia en las aguas de un mundo malvado.

El Espíritu Santo te da solo la cantidad de oxígeno que tú permitas, al igual que un grifo te da solo la cantidad de agua que puede fluir en función de cuánto lo hayas abierto. El Espíritu Santo tiene todo el oxígeno que necesitas para que las Escrituras estén plenamente vivas en tu espíritu, pero solo puede hacer fluir la cantidad que tú permitas. En otras palabras, Dios no quiere que solo visites al Espíritu, sino que dependas de Él. Dios no quiere que solo ores antes de comer, sino que ores sin cesar. Dios no quiere que solo leas uno o dos versículos de la Biblia o incluso un capítulo entero, sino que medites en su Palabra. Dios no quiere ser solo un entrenador personal, Él quiere ser tu Dios.

Debemos caminar tan cerca del Espíritu Santo, que Su aliento sea una extensión natural del nuestro. Que Su voz sea una parte natural de la nuestra. Que sigamos Su guía de manera natural en cada decisión que tomemos. No deberíamos tener que pensar demasiado para consultar al Espíritu, porque cuando Él es una parte permanente de nuestra vida cotidiana, está tan cerca que nos aconseja y nos guía cuando se lo pedimos.