El Espíritu Santo y la OraciónMuestra

Como creyentes, no estamos abandonados a nuestra suerte para enfrentar los problemas. Jesús presentó a la persona y la obra del Espíritu Santo a sus discípulos a través de la expresión "otro Consolador." La palabra “otro” enfatiza la realidad de que, aunque Él los dejaría, Dios enviaría a alguien exactamente como Él para ayudarnos siempre, cada día, semana, mes y año.

El Espíritu Santo está lo suficientemente cerca como para estar contigo en cada experiencia de tu día a día. Está a tu lado, como un auxiliar o un compañero. No solo eso, sino que además está en ti. Esto significa que el Espíritu Santo camina a tu lado y al mismo tiempo, hace Su morada dentro de ti.

El Espíritu Santo, como tercera persona de la Trinidad, no es una cosa. No es solo un “poder” para encender y usar. Es una persona presente tanto al lado como dentro de nosotros. Y como persona, desea que te relaciones con Él como cualquier otra persona quisiera que te relacionaras con ella.

Solo podemos conocer lo que Dios ha preparado para aquellos que lo amamos cuando, con intencionalidad, buscamos y accedemos a la unción del Espíritu. Cuando se enciende la unción del Espíritu en tu vida, puedes ver cosas que los ojos humanos no pueden ver. Puedes escuchar cosas que los oídos humanos no pueden oír. Tienes la oportunidad de pensar cosas que la mente humana ni siquiera puede comprender.

La unción del Espíritu es como un buzo de aguas profundas que se adentra en la inmensidad del pensamiento y el corazón de Dios para transferir los pensamientos de Dios a tu vida como seguidor de Él. La tarea del Espíritu es tomar de la mente de Dios y transferir Sus pensamientos, visiones y deseos a los creyentes. Su función es tomar la Verdad y convertirla en tu experiencia.

Accedemos a la unción al permanecer en su Palabra, esta es la clave para aprovechar todo lo que Espíritu Santo tiene reservado para nosotros. Tú y yo debemos hacer más que visitar al Espíritu. Debemos hacer más que asistir a la iglesia los domingos. Debemos permanecer en Su presencia, orar sin cesar y mantener nuestro corazón y nuestra mente a la perspectiva de Dios en todo lo que hacemos basándonos en Su Palabra.