Unidos a CristoMuestra

CRISTO NUESTRO REPRESENTANTE

Para Dios nuestra vida está en Cristo, incluso antes de la formación del mundo. Fuimos elegidos en Cristo y somos hallados en Cristo. Cada uno de nosotros estábamos representados en la vida de Jesús. Es decir, todo lo que Jesús hizo durante su vida aquí en la tierra Dios lo contó como si nosotros lo hubiésemos hecho.

Cuando Cristo obedeció a Dios, también nos consideró a nosotros como obedientes. Todavía no existíamos y para Dios ya éramos santos, porque Cristo que es desde el principio ya era santo. Somos representados por Cristo.

Existe un aspecto crucial de esta unión con Cristo que Él tuvo que experimentar por nosotros para que podamos disfrutar de la relación correcta con Dios. En la soberanía de Dios el Padre, consideró que nuestros pecados le pertenecían a Cristo. Aunque Él nunca cometió pecado, por nosotros Dios lo trató como un pecador. Jesús no era el responsable de los cargos que lo llevaron a la cruz; cada uno de nosotros teníamos que asumir con esa responsabilidad. Toda nuestra iniquidad recayó sobre Cristo. Los pecados que todavía no habíamos cometido, pero que Dios ya sabía que los consumaríamos, recayeron sobre Él. Y el castigo que merecíamos recayó sobre Él, porque estamos unidos a Cristo. Jesús tomó nuestro lugar y lo hizo por amor, porque el Padre nos amó tanto, que, viéndonos lejos de Él, nos quiso cerca, y la manera de hacerlo era a través de Su Hijo.

El precio de nuestra paz fue Su castigo. El costo de que hoy podamos tener una relación con Dios fue Jesús, su vida entregada en lugar de nosotros. Cristo fue el que llevó nuestros pecados a la cruz para pagar por ellos.

Por esta razón, todo lo que nosotros somos le pertenece a Cristo; porque en su momento, nuestros pecados fueron suyos. Así también, su muerte también fue nuestra muerte. Su crucifixión fue la nuestra también. Su sepultura fue la nuestra. Y su resurrección también fue la nuestra.

La unión a Cristo significa que Jesús nos representa; en Él es que somos dignos de la bendición de la vida eterna que da el Padre. Es en Cristo que somos hallados por el Padre justos y santos.

Jesús ahora está sentado en los lugares celestiales y nosotros en Él representados. Por eso buscamos ser cada vez más y más parecido a Él. Jesús nos representa delante del Padre, y nosotros lo representamos ante todo el mundo, para que los que están lejos, hoy puedan estar cerca de Dios gracias a Cristo.