Nuestra restauraciónMuestra

El plan y el propósito de Dios para nosotros

En el principio, el plan de Dios para su creación humana incluía un propósito divino. Ordenó a Adán y Eva que fuesen fecundos y se multiplicasen, que poblasen la Tierra (Génesis 1:28). Este mandato se ha interpretado a menudo como un simple edicto para procrear. Sin embargo, el panorama completo de la Gran Imagen de Dios eleva el propósito humano más allá del instinto animal de conservación de la especie.

El Evangelio es la buena noticia de la milagrosa restauración de la humanidad llevada a cabo por Dios para que volvamos a cumplir nuestro propósito original. ¿Cuál era ese propósito divino? Muchos versículos de las Escrituras arrojan luz sobre las afirmaciones de Génesis 1. Recuerda que el plan de Dios fue ordenado en el principio, frustrado por la caída y recuperado por Cristo. La obra redentora de Dios en Cristo no es una creación; es la recreación del plan original de Dios. Para comprender nuestra restauración, repasemos la creación de Dios.

Dios hizo a Adán y Eva a su imagen, a su semejanza (Génesis 1:27). Del mismo modo que Dios se propuso que los humanos reprodujeran criaturas semejantes a Dios en el principio, dota al cristiano del honorable propósito y misión de reproducir criaturas semejantes a Dios: otros que crean en el evangelio de Cristo y que sean restaurados a la imagen de Dios en la Tierra. Nos ha dado la Gran Comisión, el ministerio de la reconciliación, el llamado a ser sus embajadores, invitando a otros a volver también a Dios. Éste era el propósito de Cristo; ahora es nuestro propósito. El ministerio de reconciliación amorosa de Cristo continúa a través de nosotros.

La oportunidad de reconciliar a las personas con Dios y entre sí, es la vocación más dignificante y fortalecedora que cualquier persona puede experimentar. Cristo se expresa hoy a través de su pueblo (su Iglesia o su Cuerpo), aquellos que creen en Él. La vida de Cristo en nosotros es amor que anhela expresarse a los demás mediante el perdón, la sanidad, el consuelo y la relación (2 Corintios 5:14). A todo hombre o mujer que cree en Cristo se le restituye el noble propósito de ser una luz en un mundo de tinieblas (Mateo 5:13-16).

Dios hizo a las personas con un propósito. Ese propósito es que juntos sean sus representantes para que otros que no lo conocen puedan oír su invitación (el Evangelio) y, al creerla, ellos también puedan volver a unirse a Él y experimentar su amor.

Gracias, Señor, por la elevada vocación de representarte ante los demás. Ayúdame a ser un buen reflejo de ti en este mundo roto.