RotondaMuestra

¿No sería estupendo poder chasquear los dedos y dejar de preocuparnos? Aunque estaría bien, por desgracia, la vida no funciona así. Todos tenemos cosas legítimas sucediendo en nuestras vidas ahora mismo por las que podríamos no dejar de preocuparnos. Pero, ¿has pensado alguna vez para qué sirve preocuparse? Al final no sirve de mucho. Dios sabe que somos propensos a preocuparnos, y quiere más para nosotros que una vida consumida por la preocupación. Nos preocupamos porque no conocemos el futuro, pero conocemos a Aquel que sí lo conoce. En lugar de preocuparnos por lo que los cambios de la vida puedan significar para nuestro futuro, podemos dirigirnos a Dios y confiar en Él, que conoce cada detalle de nuestras vidas.

Hoy, practica la sabiduría que nos ofrece Pablo, el escritor de este pasaje. Intenta compartir tus preocupaciones y decirle a Dios lo que necesitas. Después, dale gracias por la paz que te promete cuando pones tus preocupaciones en sus manos.