Más que un carpinteroMuestra
Evangelio: ¿realidad o leyenda?
El Nuevo Testamento proporciona la principal fuente histórica de información acerca de Jesús. Debido a esto, en los últimos dos siglos muchos críticos han atacado la confiabilidad de los documentos bíblicos. Parece haber un cúmulo constante de cargos que no tienen base histórica o que han sido demostrado inválidos por descubrimientos e investigaciones arqueológicas.
Por ejemplo, el crítico alemán Ferdinand Christian Baur (1792–1860) supuso que la mayoría de las Escrituras del Nuevo Testamento no se escribieron hasta finales del siglo II d.C. Sin embargo, en el siglo XX surgieron descubrimientos arqueológicos adicionales. William F. Albright, quien fue el arqueólogo bíblico más importante del mundo, escribe:
"Ya podemos decir enfáticamente que ya no hay ninguna base sólida para fechar ningún libro del Nuevo Testamento después del año 80 d.C., dos generaciones completas antes de la fecha entre 130 y 150 dada por los críticos más radicales del Nuevo Testamento de hoy". *1
Uno de los principales cargos contra el concepto de los críticos del desarrollo de la tradición oral, es que el período entre los eventos del Nuevo Testamento y el registro de ellos no es lo suficientemente largo para haber permitido las alteraciones de realidad a leyenda que alegan dichos críticos. Simon Kistemaker, profesor emérito del Nuevo Testamento en el Seminario Teológico Reformado, escribe: “Normalmente, la acumulación de folclore entre las personas de cultura primitiva toma muchas generaciones; es un proceso gradual que se extiende a lo largo de siglos de tiempo.”*2
A. H. McNeile, exprofesor Regius de Divinidad en la Universidad de Dublín, también señala que los críticos no se ocupan de la tradición de las palabras de Jesús tan de cerca como deberían. En la cultura judía era importante que las palabras reales de un maestro fueran preservadas cuidadosamente y transmitidas. Por ejemplo, 1 Corintios 7:10, 12 y 25 muestran la existencia de una tradición genuina y su cuidadosa preservación. Era costumbre que un estudiante judío memorizara las enseñanzas de un rabino. Un buen alumno era como “una cisterna enlucida que no pierde una gota” (Mishna, Aboth, ii, 8).
Por lo tanto, como escribe Jeffery L. Sheler, escritor de religión de US News & World Report: “La Biblia y sus fuentes permanecen firmemente arraigadas en la historia".*3
1. William F. Albright, Recent Discoveries in Bible Lands (New York: Funk and Wagnalls, 1955), 136.
2. Simon Kistemaker, The Gospels in Current Study (Grand Rapids, MI: Baker, 1972), 48–49.
3. Jeffery L. Sheler, Is the Bible True? (New York: HarperCollins, 1999), 41.
El Nuevo Testamento proporciona la principal fuente histórica de información acerca de Jesús. Debido a esto, en los últimos dos siglos muchos críticos han atacado la confiabilidad de los documentos bíblicos. Parece haber un cúmulo constante de cargos que no tienen base histórica o que han sido demostrado inválidos por descubrimientos e investigaciones arqueológicas.
Por ejemplo, el crítico alemán Ferdinand Christian Baur (1792–1860) supuso que la mayoría de las Escrituras del Nuevo Testamento no se escribieron hasta finales del siglo II d.C. Sin embargo, en el siglo XX surgieron descubrimientos arqueológicos adicionales. William F. Albright, quien fue el arqueólogo bíblico más importante del mundo, escribe:
"Ya podemos decir enfáticamente que ya no hay ninguna base sólida para fechar ningún libro del Nuevo Testamento después del año 80 d.C., dos generaciones completas antes de la fecha entre 130 y 150 dada por los críticos más radicales del Nuevo Testamento de hoy". *1
Uno de los principales cargos contra el concepto de los críticos del desarrollo de la tradición oral, es que el período entre los eventos del Nuevo Testamento y el registro de ellos no es lo suficientemente largo para haber permitido las alteraciones de realidad a leyenda que alegan dichos críticos. Simon Kistemaker, profesor emérito del Nuevo Testamento en el Seminario Teológico Reformado, escribe: “Normalmente, la acumulación de folclore entre las personas de cultura primitiva toma muchas generaciones; es un proceso gradual que se extiende a lo largo de siglos de tiempo.”*2
A. H. McNeile, exprofesor Regius de Divinidad en la Universidad de Dublín, también señala que los críticos no se ocupan de la tradición de las palabras de Jesús tan de cerca como deberían. En la cultura judía era importante que las palabras reales de un maestro fueran preservadas cuidadosamente y transmitidas. Por ejemplo, 1 Corintios 7:10, 12 y 25 muestran la existencia de una tradición genuina y su cuidadosa preservación. Era costumbre que un estudiante judío memorizara las enseñanzas de un rabino. Un buen alumno era como “una cisterna enlucida que no pierde una gota” (Mishna, Aboth, ii, 8).
Por lo tanto, como escribe Jeffery L. Sheler, escritor de religión de US News & World Report: “La Biblia y sus fuentes permanecen firmemente arraigadas en la historia".*3
1. William F. Albright, Recent Discoveries in Bible Lands (New York: Funk and Wagnalls, 1955), 136.
2. Simon Kistemaker, The Gospels in Current Study (Grand Rapids, MI: Baker, 1972), 48–49.
3. Jeffery L. Sheler, Is the Bible True? (New York: HarperCollins, 1999), 41.
Escrituras
Acerca de este Plan
¿Es Jesús realmente el Señor que afirmó ser? En este devocional de dos semanas que invita a la reflexión, con ideas del clásico moderno Más que un carpintero, leerás argumentos clave a favor de la fe de un escéptico convertido en creyente. Josh McDowell se dispuso a refutar las afirmaciones de Jesucristo. Pero la evidencia que encontró sugirió exactamente lo contrario. Así que pesa los hechos. Experimenta el amor de Dios. Y luego mira lo que sucede.
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Nos gustaría agradecer a Josh McDowell, Sean McDowell y Tyndale House Publishers por proveer el contenido adaptado de Más que un carpintero. Para más información, visita: https://www.josh.org/