"Yo Soy", En Medio De Tus TormentasMuestra

Recuerdo que un jueves, estando en casa, fui a la iglesia el Rio, donde somos pastores junto con mi esposo. En el tiempo de oración, sentí que el Señor traía paz y libertad a mi vida. Lo especial de ese tiempo, y creo que te pasa lo mismo, es que en la presencia del Señor podemos soltar todas nuestras cargas, nuestro dolor, nuestra rabia y hasta nuestros cuestionamientos.

Y lo increíble del asunto, en mi caso y en mi situación, es que en ese momento de oración, yo sentí como si Dios se volteara, me mirara a los ojos y me dijera: “Naty, estás mirando la paja en el ojo del vecino y no te has dado cuenta de tu viga". Luego, me dijo: “Naty, cuantas veces yo te he dado un nombre, y a ti se te olvida, y tú te lo cambias”. Me impresionó porque ese día yo había leído esto, y anoté en mi devocional el nombre que Dios me había dado.

Si vuelves al texto bíblico que estamos estudiando, te darás cuenta de que a Jesús no se le olvidó quién era, ni siquiera en el momento más difícil de su vida. En el momento en que Él reconoció que era Él a quien estaban buscando, al afirmar “Yo Soy”, sabía que ese reconocimiento, esa afirmación implicaba morir. Implicaba que se lo iban a llevar, implicaba dolor. Implicaba que se estaba haciendo realidad todo por lo que Él había llorado tan solo unos minutos antes al decir: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa”.

Y justo en ese momento, tuvo que recordar quién era a pesar del dolor, a pesar de la rabia, a pesar del miedo, a pesar de la angustia que Él sentía. Cuando llegué a este punto, debo confesarles que cambié mi discurso y empecé a decirle: “Dios mío, perdóname. Perdóname porque a mí se me olvida quién soy. Y no solo se me olvida quién soy, sino que se me olvida quién eres tú".

Mi invitación con este devocional es precisamente esta: motivarte a recordar quién eres en Dios, reconocer nuestro nombre, el nombre que sabemos en intimidad el Señor nos ha revelado. Y ese nombre debemos recordarlo, aún en los momentos en que implica morir a algo o a alguien, sabiendo que muy seguramente no va a ser fácil. Aún en aquellos momentos en que, sabiendo quiénes somos, nos lleva a decir cosas que tal vez no queremos decir. O muchas veces, sabiendo quiénes somos, implica tener que bajar la cabeza y perdonar.

¿Y sabes por qué? Porque necesitamos seguir aprendiendo de Jesús, necesitamos tenerlo presente aún en medio de la tormenta. Quisiera que pensaras por un momento si hay algún momento específico o un área específica en tu vida donde sientes que Dios te está pidiendo que olvides, que perdones, que sueltres.

Puedes confiar en que Dios también te pide que, a pesar del dolor y la tristeza, puedes conservar el nombre que Él te ha dado.