[Las palabras de adviento] PAZMuestra

La paz cumplida

Uno de los muchos propósitos de Jesús es traer paz y hacerla permanente. Está construyendo una estructura sobre la que pueda descansar la paz. Establecido sobre el trono de David, Jesús traerá un gobierno que tendrá la paz en su mismo centro.

El pacto davídico se puede resumir como «un rey que perdurará para siempre, sobre un trono que permanecerá por siempre, estableciendo un reino que no terminará». Jesús establecerá este reino con juicio y justicia para traer rectitud. Este reino ha comenzado espiritualmente. Está aquí, aunquenose ha concretado plenamente. Su gobierno y paz moran en nuestro corazón, pero no en la Tierra. Estamos esperando el reino en todas las esferas.

La paz traída por el reinado de Jesús aumentará y no tendrá fin; durará para siempre. ¿Quieres formar parte de este para siempre? Alinéate con Emanuel, el Admirable, el Consejero, el Dios Fuerte, el Padre Eterno, el Príncipe de Paz.

El celo del Señor, su naturaleza apasionada, hará esto por ti y por mí. Nos liberó de la opresión y nos trajo paz. ¿Cómo debemos responder?

Los primeros testigos del nacimiento de Cristo nos dan las claves que necesitamos.

En Lucas 2, después de que los ángeles se habían ido, los pastores se dijeron unos a otros: «Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado». ¿Lo primero que hicieron? Lo buscaron. Fueron en su búsqueda; lo procuraron; fueron a ver quién era; fueron tras el Señor. ¿Cómo buscaremos al Señor esta Navidad? ¿Es digno de que los sigamos? ¿Me ha perseguido É?

Entonces, cuando los pastores lo vieron, dieron a conocer ampliamente lo que los ángeles les dijeron acerca de él: lo proclamaron. Esta Navidad, ¿cómo lo proclamaremos tú y yo? ¿Cómo les daremos a conocer ampliamente a nuestros amigos, vecinos, parientes y al mundo que el Cristo ha venido y que está en medio de nosotros?

Finalmente, los pastores regresaron, glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían visto y oído: lo alabaron. El Príncipe de Paz ha venido. Esta Navidad, ¿cómo lo alabaremos?

¿Qué tiene de especial un nombre? Todo, si ese nombre es Jesús, el Salvador, nuestro Señor. ¡Jesús es digno de que lo busquemos, digno de ser proclamado y digno de toda alabanza!

Padre, gracias por tu amor por nosotros. Has sacudido completamente nuestro mundo al enviarnos a tu Hijo, el Príncipe de Paz. ¡Ayúdanos a buscarlo, proclamarlo y alabarlo todos los días de nuestra vida, especialmente en esta Navidad!

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