ResilienteMuestra

Solo quiero que la vida sea buena de nuevo

Cuando enfrentamos momentos difíciles, es natural anhelar que las cosas mejoren y que vuelvan a estar bien. Durante estas pruebas, a menudo deseamos que pasen rápidamente para poder encontrar alivio y restauración en nuestras vidas. Es humano buscar la comodidad y la estabilidad, pero a veces esta búsqueda puede alejarnos de la intimidad con Dios, ya que nos sumergimos en el trabajo y nos centramos exclusivamente en nuestras propias preocupaciones terrenales.

En el libro de los Salmos, en el capítulo 13, David declaró muchas veces que Dios se demoraba en actuar a su favor. A menudo, nosotros también mostramos esa misma impaciencia. Cuando abunda la maldad y el sufrimiento, podríamos preguntarnos cuándo los traerá Dios a su fin. David afirmó que cualquiera que fuera el tiempo que Dios se tomara en ejecutar su justicia, él continuaría confiando en Dios. Por eso, cada vez que estemos sintiendo esa impaciencia, siempre recordemos e imitemos esa firme fe que David tenía en la misericordia de Dios.

La resiliencia es el proceso de adaptarse bien a cualquier adversidad, ya sea en el ámbito familiar, profesional o personal. Cada uno de nosotros hemos aprendido a lo largo de la vida a ser «resilientes» de alguna u otra manera, pero también como humanos esa resiliencia puede desaparecer en un momento. Llega un punto en donde el corazón solo dice: Ya no me importa nada; ya me cansé. Abandonamos la lucha y nos vamos para encontrar alivio.

Podemos llegar a ser resilientes y frágiles de manera imprevisible a la misma vez. No obstante, Dios siempre está en cualquier situación por la que pasemos. Aunque a veces sea difícil el camino, recuerda que Él siempre promete lo que cumple, pero también es importante mantenernos constantes en la oración para superar cada prueba que se nos presente.

Oración:

Dios, gracias porque sé que tu plan es perfecto, te pido que cada día me des resiliencia para seguir en cada paso que esté dando. ¡Amén!