Derribados pero no destruidos

Muchas veces en la vida nos sentimos derribados, tirados en el suelo, sin ánimo; pero si Cristo está con nosotros, nunca estaremos destruidos. Te explico, imagina que vas manejando, una llanta se quedó sin aire, eso es estar derribado. Sin embargo si fueras manejando y, de repente, el motor deja de funcionar, eso es estar destruido. ¿Estás respirando? Bueno, entonces no estás destruido. ¡Hay esperanza en Jesús!

La Palabra de Dios nos dice que, si bien este cuerpo se va desgastando, por dentro nos renovamos en Dios, en su fuerza, día con día. Y que estos sufrimientos que vivimos en la tierra nos hacen cada día más aptos para el reino de los cielos. Por eso, nuestra mirada debe estar en las cosas eternas, en lo que permanece para siempre, en Dios y en su palabra.

Puede ser que en este momento estés dolido, atribulado, solo, en el suelo; pero es necesario que te levantes, te sacudas el polvo y sigas adelante. Los que confían en el Señor recobran las fuerzas y levantan el vuelo, como las águilas; corren, y no se cansan; caminan, y no se fatigan.

Toma un momento hoy para decir en tu interior, soy como un águila, voy a recobrar mi fuerza y levantarme. Voy a correr y no me voy a cansar, caminar y no me voy a fatigar.

No te pierdas nuestro próximo día, donde hablaremos acerca del gozo del Señor.