Sentimiento de debilidad

Muchas veces nos sentimos débiles, cansados, sin ganas de seguir adelante y con muchos deseos de renunciar. En esas ocasiones de la vida, todo se vuelve gris, de repente, lo que nos daba alegría, ya no; lo que nos reconfortaba, ya no; y la vida pierde su sabor. Cuando se está débil, levantar las manos es una odisea, sonreír es un reto y pensar en que podremos lograrlo es casi imposible.

Pero el Señor Jesús nos hace un llamado y nos dice: Todo aquel que esté cansado, puede venir a mí y yo lo haré descansar. Lo primero que debemos entender cuando nos sentimos en debilidad es que nos urge correr a los brazos de Cristo. Podemos buscar refugio en el dinero, el amor, fama o cualquier otro asunto de naturaleza humana, pero nunca encontraremos allí la fortaleza que Dios sí nos puede dar.

Si entendemos bien, la debilidad es una característica humana que nos acerca a Dios, pues no es sino con su fuerza que logramos salir adelante. Pablo enseña diciendo: "me basta la gracia de Dios, porque su poder se perfecciona en mi debilidad".

Si te sientes débil, corre, dobla tus rodillas y ve dónde está la fuente de fortaleza, nuestro Señor Jesús. Sigue estudiando con nosotros la palabra para que entiendas cómo Dios actúa en medio de estos momentos.