HECHOS: El evangelio del Espíritu SantoMuestra

La dinámica del Espíritu Santo en acción

En nuestro caminar cristiano, buscamos incansablemente la manera de vivir de acuerdo con el propósito que Dios tiene para nuestras vidas. El libro de Hechos, con su relato vibrante y poderoso sobre la acción del Espíritu Santo a través de la iglesia primitiva, nos ofrece una ventana por la cual podemos mirar y aprender cómo vivir esa vida llena del Espíritu que Dios anhela para cada uno de nosotros.

La iglesia primitiva, guiada por el Espíritu Santo, nos muestra un modelo de cómo debemos operar en el mundo como cuerpo de Cristo. La promesa de Jesús en Hechos 1:8, “recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes”, se convirtió en la base de su misión y su modo de vida. No se trataba simplemente de una ayuda adicional; era la esencia de su fuerza y dirección. Fueron hombres y mujeres, llenos del Espíritu, quienes llevaron el evangelio a los confines de la tierra, enfrentando adversidades, pero siempre avanzando.

El Espíritu Santo no era solo una fuerza de consolación o confort; era una presencia activa y transformadora que capacitaba a los creyentes para realizar señales y prodigios, predicar con audacia y tomar decisiones sabias en el avance del evangelio. Este dinamismo es evidente en cada historia de conversión, cada milagro y cada decisión dirigida por el Espíritu en el libro de Hechos. La iglesia crecía numérica y espiritualmente, no por esfuerzos humanos, sino por la poderosa actuación del Espíritu Santo.

Hoy, al igual que la iglesia primitiva, estamos llamados a ser conductos del poder del Espíritu Santo. La misma promesa que fue dada en el aposento alto está disponible para nosotros. La pregunta es: ¿Estamos dispuestos a ser llenos de ese poder? La vida cristiana no es una que se vive en la fuerza humana, sino en la dependencia total del Espíritu Santo.

El desafío es abrir nuestros corazones diariamente y pedir ser llenos de ese poder. No para nuestro beneficio personal, sino para ser testigos efectivos del amor y la gracia de Dios en un mundo que desesperadamente necesita de su luz. Como los primeros cristianos, podemos vivir vidas transformadas y transformadoras, marcadas por el amor, la audacia y la dirección del Espíritu Santo.

Que nuestra oración hoy sea: "Espíritu Santo, llénanos de nuevo, para que podamos ser tus instrumentos en este mundo, llevando el evangelio con poder y amor, sin temor alguno, al igual que el apóstol Pablo y los primeros discípulos. Amén."