HECHOS: El evangelio del Espíritu SantoMuestra

La guía del Espíritu Santo en la misión

El libro de Hechos no es solo un registro histórico del nacimiento y expansión de la iglesia primitiva; es una vibrante narrativa del Espíritu Santo orquestando la misión de Dios en el mundo. A través de diversas situaciones y personajes, vemos cómo el Espíritu Santo no solo llena y empodera a los creyentes, sino que también los guía con precisión divina, abriendo caminos y cerrando otros según el propósito eterno de Dios.

Desde el comienzo de la iglesia en Pentecostés, hasta la expansión del evangelio a lo largo del mundo conocido, el Espíritu Santo juega un papel central en dirigir la misión cristiana.

Esta dirección no es aleatoria ni general; es específica, personal y estratégica. A través de Felipe, Pedro, Pablo y otros, vemos la mano del Espíritu Santo guiando cada paso, decisión y palabra para que el mensaje de salvación llegue a quienes están preparados para recibirlo.

• La precisión de la guía del Espíritu: La guía del Espíritu Santo es precisa y personal. Felipe es enviado específicamente a un eunuco etíope en el desierto; Pedro es llevado a la casa de Cornelio; Pablo y Bernabé son apartados para una misión especial. Estos no son actos al azar, sino movimientos del Espíritu diseñados para cumplir con el plan divino de salvación.
• El Espíritu Santo abre y cierra puertas: En su misión, Pablo experimenta tanto la restricción como el impulso del Espíritu Santo. Hay momentos en que el Espíritu prohíbe hablar en ciertas regiones y momentos en que claramente dirige a Pablo hacia otras. Esta sensibilidad al Espíritu es crucial para la efectividad de la misión.
• La misión llevada en el poder del Espíritu: Más allá de guiar, el Espíritu Santo empodera a los creyentes para enfrentar desafíos, superar obstáculos y realizar la obra a la que han sido llamados. El Espíritu no solo muestra el camino, sino que también provee el poder para caminarlo.

La guía del Espíritu Santo en la misión es tan relevante hoy como lo fue en los días de la iglesia primitiva. Como seguidores de Cristo, estamos llamados a estar atentos a la dirección del Espíritu, dispuestos a movernos cuando Él diga moverse y a detenernos cuando Él indique esperar.

Que busquemos esa sensibilidad al Espíritu en nuestra vida diaria y ministerio, orando por claridad en su dirección y por el valor para obedecer cuando Él nos guíe. Que nuestra misión y servicio sean marcados por una dependencia total del Espíritu Santo, reconociendo que es Él quien abre corazones, transforma vidas y extiende el reino de Dios en el mundo.

En nuestro caminar con el Señor, que siempre estemos dispuestos a decir: “Aquí estoy, Señor, envíame a mí,” pero siempre añadiendo: “según tu guía, en tu tiempo y por tu poder.” Que el testimonio de nuestra vida y ministerio sea un reflejo de la obra continua del Espíritu Santo, llevando a cabo la misión de Dios en la tierra.