Él nos eligió

Qué hermoso, en este episodio echamos otro vistazo al Antiguo Testamento. Jacob ha comprado un terreno y sus hijos están cavando un pozo.

Jacob entra en conversación con un habitante de la zona. El hombre le dice: "Aquí no vas a encontrar agua". La conversación continúa. Hablan del Dios invisible al que sirve Jacob. El hombre no entiende nada: ¿Cómo puedes elegir a un Dios invisible? ¿Un Dios con el que hacen falta generaciones para que se cumplan sus promesas? ¿Un Dios que te hace permanecer en lugares extraños? ¿Un Dios que hace cosas extrañas como romperte la cadera?

Entonces Jacob dice: "Nosotros no le elegimos a Él... Él nos eligió a nosotros".

Nos ha vuelto a tocar. No es que nosotros elijamos a Dios, sino que Dios nos ha elegido a nosotros primero. ¿No es hermoso?

El pozo de esta historia vuelve a llamarse así cientos de años después, porque allí donde el habitante de la tierra no creía que se encontraría nunca agua, la había de todos modos.

Es la fuente por la que debe pasar Jesús (Juan 4,4). Algo que no tenía ningún sentido. A ningún judío se le ocurriría elegir esta ruta a través de Samaría en camino hacia Galilea.

Allí no querían a los judíos. Judíos y samaritanos se odiaban profundamente.

Sin embargo, Jesús elige este camino porque decide ver a la mujer junto al pozo. Lo había pensado de antemano.

En Efesios leemos que estamos destinados a ser adoptados como hijos de Dios. Quizá te cueste creerlo. Quizá, como la mujer del pozo, luches contra el rechazo.

Tal vez te resulte difícil imaginar que un Dios invisible elija por ti.

Sin embargo, Jesús dice a la mujer: "Pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá más sed por toda la eternidad. Pero el agua que yo le daré se convertirá en él en un manantial de agua que brota para la vida eterna" (Juan 4:14).

Jesús quiere dar agua viva ¿Quieres recibir esta agua? Porque Dios también te ha elegido a ti.

Reflexiona sobre las siguientes preguntas:

• ¿Cómo ves el tema de hoy? ¿Elegiste tú a Dios o te eligió Dios a ti primero?
• ¿Te sientes rechazado o crees que, como la mujer de la fuente, no importas?

Ora: "Gracias Señor, porque Tú nos elegiste. Que nos conoces al dedillo. Que Tú sabes exactamente lo que necesitamos. Gracias por estar dispuesto a encontrarte conmigo, aunque sea en un lugar inesperado y yo no me sienta preparado. Gracias porque Tú quieres verme. Amén".