Agradecido todos los díasMuestra

Tu culpa ha sido eliminada

Antes consideramos cómo Jesús remitió nuestras transgresiones. Es una evidencia de redención. Pero, a menudo, a los cristianos les resulta difícil liberarse de la culpa que acompaña a sus recuerdos del pasado. ¿Por qué? Porque nuestro enemigo, el diablo, es el engañador y mentiroso que nos recuerda astutamente nuestros pecados pasados. Satanás se infiltra en nuestros pensamientos con acusaciones que producen culpa y condena.

La culpa puede ser debilitante y causar esclavitud mental. La culpa niega la eficacia de la obra de Cristo en la cruz. Mediante la culpa, el diablo intenta sabotear la alegría y la paz que pertenecen a todo hijo de Dios nacido de nuevo. Muchos cristianos plagados de culpa se ven impedidos de ser testigos eficaces de Cristo entre sus amigos y allegados.

El enemigo arrastra los escombros y la basura de nuestras vidas pasadas, ignorando la realidad de que Jesús ha cargado con nuestros pecados en su propio cuerpo. El acusador intenta volver a cargar sobre nosotros esa antigua culpa. Es vital que comprendamos que el diablo es un mentiroso y que la verdad no reside en él. Es triste pensar en cuántos cristianos han sido engañados por el enemigo para que vivan con culpa por algún aspecto de su vida pasada.

Según las Escrituras, tenemos poder para resistir al diablo mediante la fe en lo que Jesús ha logrado por nosotros. Como creyentes, podemos elegir resistir los sentimientos de culpa recordando la gracia de Dios que proveyó nuestra salvación.

Este es un gran motivo para dar gracias. Desde el momento en que aceptamos a Jesucristo, hemos sido liberados de la culpa de nuestros pecados pasados. Ahora aceptamos por fe que lo que Jesús hizo en la cruz fue suficiente para tratar todas nuestras transgresiones.

Pensamiento del día: Cuando me vengan a la mente los errores de mi pasado y experimente sentimientos de profunda culpa y vergüenza, resistiré al enemigo y a las mentiras que me dice para condenarme, y daré gracias a Dios por el perdón total a través de Jesús. ¡No hay condena para mí!