El Dilema Del SalmistaMuestra

«Una decisión que permanece»

Una decisión que convierte la vergüenza en alabanza y denuedo. Hemos visto que los dos versículos 7 y 8, contienen dos decisiones, que hizo el salmista para afinar su corazón con el corazón de Dios. También, nos dicen los maravillosos resultados de estas decisiones. En primer lugar, la vergüenza del pecado que antes mencionamos, se convierte en alabanza: «Te alabaré con rectitud de corazón».

La alabanza sale de manera natural de un corazón que conoce, ama y obedece la Palabra de Dios. No es posible reprimir la alabanza; no es posible detenerla cuando ama al Dios de la Palabra y ama  su Palabra. No puede evitar alabar a Dios, si realmente comprende la profundidad de la Palabra de Dios. No puede ser algo solo intelectual, debe ser algo integral. Si usted conoce la palabra y vive la palabra, ¡lo alabará! ¡Tendrá denuedo! Si no hay alabanza en su vida, no hay bienaventuranza. La bienaventuranza resulta en alabanza, que es reconocimiento público de quien es Dios con sus palabras y su vida, no solo cantar, como se ha malinterpretado por años.

Lo que se ve en este salmo, no deja dudas en cuanto a este asunto. La ausencia de alabanza, es una confesión de una vida que no está afinada con la Palabra de Dios, que no ha entendido que la Palabra es para obedecerla, que los mandamientos están no solo de adorno sino para llevarlos a cabo. Puede involucrarse en las actividades cristianas meritorias que quiera. Puede ser parte de comités y ser diácono de por vida, servir en cuanta actividad le sea delegada, ir en misiones al confín del mundo. Si no hay una alabanza burbujeante que surja en su vida, no hay compromiso por la Palabra de Dios.

«No me dejes enteramente» ¿Cuántas veces ha orado pidiendo una victoria duradera? ¿Lo hizo tal vez en un campamento, un culto de avivamiento, una conferencia misionera? ¿Cuántas veces una decisión producto de las emociones, no ha hecho más que idealizar una o dos semanas de cambio, y continuar con su vida y con sus pecados, con sus actitudes y con sus equivocaciones? ¿No cree que a Dios se le colma la paciencia? Dios espera cambios definitivos, compromisos reales, no producto de emociones pasajeras.

¿Cuántas oportunidades cree que Dios le dará? «¡No me dejes enteramente!» Considere la vida de David, el dulce salmista, el ungido de Dios. Hubo ocasiones en la vida de David que el pecado interrumpió la comunicación con Dios, y David se sintió abandonado, pero no enteramente. Saúl desobedeció a Dios, recibió varias oportunidades de cambiar, pero fue sustituido.