El Dilema Del SalmistaMuestra

«El resultado está claro»

Si pudiéramos ordenar nuestros caminos para guardar sus estatutos, podríamos exclamar con el salmista en el versículo 6: «Entonces no sería yo avergonzado, cuando atendiese a todos tus mandamientos». Atender a todos los mandamientos de Dios, es la clave para borrar la vergüenza del pecado de nuestras vidas. El resultado de la obediencia y de buscar a Dios con todo el corazón, es ser libertado de la vergüenza.

Probablemente recuerda cómo sus padres podían reducirlo a una pila de sentimientos con sólo decirle: «¿No te da vergüenza?» A nadie le gusta sentirse cubierto de vergüenza. Como adultos, hemos desarrollado varias técnicas para enfrentar la vergüenza del pecado. Algunos la desafían con arrogancia rebelde, como un niño que se niega a reconocer la autoridad de sus padres. Otros buscan escapar de su tiranía a través de alcohol, drogas, sexo y otros vicios. Algunos intentan amaestrarla y humanizarla a través de la ciencia, la filosofía o la sicología. Y otros son conquistados por ella y ceden ante su esclavitud emocional, que se manifiesta en los problemas mentales y emocionales, y en última instancia, en el suicidio.

Este salmo, proclama que sólo hay una manera efectiva de enfrentar eficaz y eternamente la vergüenza del pecado: «atender a todos los mandamientos de Dios». El mandamiento es guardar «todos» sus mandamientos, y no sólo los que nos son fáciles. La ley de Dios no es un bufete para seleccionar solo lo que nos gusta. «…pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos».

Ahora comprendemos que Dios desea que guardemos sus mandamientos y que atendamos a sus estatutos. El sacrificio que Cristo ofreció, lo hizo para darnos un corazón nuevo, que latiera con el corazón de Dios. Al igual que cualquier máquina fina, este nuevo corazón necesita afinarse constantemente con la Palabra de Dios, para que funcione adecuadamente y sea bienaventurado. Es nuestro amor por la Palabra de Dios y actitud de sumisión a la Biblia lo que mantiene nuestro corazón afinado con el de Dios, lo que nos permite guardar sus estatutos y atender todos sus mandamientos. Entonces, podemos decir: «No estoy avergonzado».

Este proceso no ocurre de la noche a la mañana. Entre más aprende a amar la Palabra de Dios, a vivir para la Palabra de Dios, a vivir en la Palabra de Dios y a dejar que la Palabra de Dios more en usted, más experimentará esta victoria práctica en su vida.