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Lo Que Dios Nos Da

DÍA 2 DE 5

Ser bendecidos

“La bendición de Jehová es la que enriquece”. Así dice la palabra del Señor en Proverbios 10:22. Ser bendecidos por el Altísimo es recibir de su bondad inmerecida. La bendición que está sobre los hijos de Dios tiene como principio la obra redentora de Jesucristo en la cruz. Antes de conocerle vivíamos en las tinieblas, pero una vez su luz resplandeció sobre nosotros su bendición nos cubrió.

Antes de Cristo, la bendición de Dios estaba sobre aquellos que la buscaban. Los justos, los que amaban a Dios, los que querían hacer su voluntad procuraban ser bendecidos y clamaban por ello. Tomemos como ejemplo a Jacob, hijo de Isaac y nieto de Abraham. Dios había prometido bendición para ellos y para sus descendientes, ¿quiénes la obtenían?, los que la buscaban, los que creían.

Jacob luchó para ser bendecido. Primero, aprovechó el hambre y la necedad de su hermano Esaú, para comprar su primogenitura. Luego suplantó a su hermano y recibió la bendición de su padre. Más tarde, cuando su relación con Dios estaba más definida, luchó con el ángel de Dios por una bendición. Pareciera que Jacob estaba muy empecinado en ser bendecido y la historia nos muestra que lo consiguió.

No hay duda alguna que, como he mencionado antes, la bendición del Señor reposa sobre sus hijos amados. ¿Significa eso que debemos darla por sentado y no procurar más bendiciones? Pablo dejó claro en Efesios 1:3, que Dios nos ha bendecido “con toda bendición en los lugares celestiales con Cristo". Pero a pesar de esta gran verdad, muchos creyentes viven en una gran pobreza espiritual.

Es el conformismo dañino que se cierne sobre algunos para dejarles en la orilla cuando debieran estar nadando en las aguas profundas de la bendición de Dios. No hablo de riquezas materiales, esas que consiguen hasta los más acérrimos pecadores. Hablo de la bendición que proviene del cielo con cada don espiritual que nos ha sido concedido.

Usemos el ejemplo de una casa que nos ha sido regalada con todo lo que hay en ella. Estamos contentísimos, nos sentamos en un sillón de la sala y meciéndonos nos vamos acostumbrando a la idea de que es nuestra. Sin embargo, no hemos subido al segundo piso, no hemos abierto los “armarios” ni las gavetas. No hemos hecho un inventario del mobiliario, no hemos abierto los cofres. En fin, decimos que es nuestra pero evidentemente no estamos conscientes de todo lo valioso que hemos recibido y que podemos llamar nuestro.

Así le pasa a muchos creyentes, no buscan, no escudriñan no tienen ni la intención ni el deseo de descubrir los tesoros y las bendiciones que nos han sido dados en Cristo Jesús. Están meciéndose en el sillón de la conformidad, viviendo en pobreza espiritual siendo ricos. Quiera Dios que cada uno de sus hijos nos volvamos mineros en las minas de Dios y busquemos con empeño esos tesoros espirituales que nos han sido dados.

Pablo oraba a Dios por los hermanos de Éfeso para que “el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que Él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza” (Ef. 1:17-19).

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Acerca de este Plan

Lo Que Dios Nos Da

De vez en cuando, debemos hacer un alto en toda nuestra cotidianidad y hablarnos a nosotros mismos como lo hizo el salmista consigo mismo, cuando dijo: “Bendice alma mía a Jehová y no olvides ninguno de sus beneficios". En este plan haremos ese alto para juntos gozarnos en lo que Dios nos da.

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Nos gustaría agradecer a Grettchen Figueroa por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://facebook.com/GrettchenStage