La JugadaEjemplo

Escrito por Cherish, 19 años, de Charlotte, NC, EE. UU.

¡Las tentaciones son frustrantes! Es tan difícil no seguir haciendo las cosas perjudiciales que estamos acostumbradas a hacer. A menudo también nos sentimos presionados para continuar con esas acciones erróneas. Cuando seguimos fracasando al intentar no hacer las mismas cosas que hemos hecho, es fácil frustrarse. En séptimo grado, le prometí a Jesús que dejaría de copiar en los exámenes de la escuela. Mientras cumplía mi promesa a Jesús, empecé a darme cuenta de que mis amigos sacaban mejores notas en los exámenes que yo, simplemente porque seguían copiando. Seguí las instrucciones de Jesús de no hacer trampas, pero me molestaba mucho que a mis amigos les fuera mejor que a mí en los exámenes. Pronto sentí la tentación de volver a hacer trampa. Me sentí tan decepcionada y frustrada conmigo misma cuando finalmente cedí. ¿Por qué seguía cayendo en mis tentaciones aun sabiendo que eran malas? Todos nos encontramos con esos momentos en los que nos sentimos tentados. Todos experimentamos impulsos de realizar acciones que no siguen el llamado de Jesús, pero es importante recordar que el amor de Jesús por nosotros nunca termina. Por eso, cuando nos equivocamos siguiendo nuestras tentaciones, debemos recordar que Jesús nos ama a pesar de todo.

La próxima vez que nos cueste recordar el amor de Jesús a pesar de nuestros errores, deberíamos releer y pensar en este pasaje bíblico. Recuerda lo que nos dice sobre el amor de Jesús por nosotros.