LA TUMBA CUSTODIADA

Inmediatamente después de que Jesús fuera crucificado, algunos de sus seguidores se quisieron asegurar de que el cuerpo tuviera un entierro adecuado, a diferencia de cómo solía disponerse de la mayoría de los cuerpos crucificados. Una persona en particular, un hombre rico llamado José, de la ciudad de Arimatea, le preguntó a Pilato si podía encargarse del cuerpo de Jesús. Al obtener el permiso, llevó su cuerpo a una tumba que había sido recientemente excavada en la roca. Una vez que el cuerpo estuvo en la tumba, hizo rodar una piedra enorme frente a ella.

Durante el sábado, el cuerpo de Jesús permaneció en la tumba y sus discípulos y seguidores observaron el Sabat llenos de tristeza y luto. Además de sentirse afligidos, los discípulos probablemente pasaron el día escondidos. Después de todo, si su líder había sido asesinado por las autoridades en el poder, no pasaría mucho tiempo antes de que la gente los persiguiera a ellos también.

Mientras tanto, el gobierno romano quería asegurarse de que no le pasara nada al cuerpo de Jesús. Después de todo, Jesús había dicho que Él resucitaría. La verdad es que nadie esperaba lo que iba a pasar el domingo. Aun así, los líderes religiosos que querían que Jesús desapareciera necesitaban estar seguros de que no habría ningún tipo de levantamiento. Si alguien sacaba ese cuerpo de la tumba, sabían que las historias sobre que Jesús estaba vivo se extenderían como la pólvora.

Lee Mateo 27:62-66 y haz la siguiente oración:

Padre Celestial, todos pasamos por momentos en los que parece no haber esperanza. Pero independientemente de nuestras circunstancias, tú eres nuestra fuente de esperanza. Incluso en los momentos más oscuros, recuérdanos que todavía estás obrando. Gracias por estar siempre con nosotros. Amén.