Medita: Mastica La Palabra Y Considera Su SignificadoMuestra

“Meditación que dimensiona”

El proceso de meditación, comenzó con el primer paso: perímetro del versículo, se fortaleció con el segundo paso: parafrasea el versículo. En este punto hemos avanzado en conocer más sobre el versículo que estamos memorizando y sobre el cual estamos meditando. Hoy avanzaremos dos pasos más; el tercer paso: pulverizar el versículo y cuarto paso: personalizar el versículo.

Tercer paso: pulverizar el versículo. El proceso de meditación se compara al proceso de alimentación de la vaca, ella rumea su bolo alimenticio, lo mastica una y otra vez, hasta el momento en que está listo para digerirlo. De la misma manera, mastica la Palabra una y otra vez, es decir, lee una y otra vez el versículo hasta pulverizarlo. Pulverizar un versículo, permite alumbrar cada palabra escrita en él. Lee el versículo frecuentemente, cada vez, enfatiza una palabra diferente, hasta que se te ilumine. 

Mientras lees nuevamente el versículo, una palabra puede saltar de la página o resaltar más que otras. Comienza a realizar preguntas con las palabras: quién, por qué, dónde, qué, cuándo, y cómo, respecto a la palabra destacada. Es una gran manera de estudiar la Escritura sin ningún recurso adicional. Este proceso, permite recordar el versículo más rápidamente, porque inviertes más tiempo con el versículo y te da una visión personalizada, unida a ese verso. Cuando comienzas a entender mejor el versículo, puedes aplicarlo a tu vida de manera directa y práctica. Esta etapa de la meditación, demanda que seas transparente con Dios y su Palabra. Mantente en actitud de oración, identifica la dirección del Padre en todo el proceso.

Cuarto paso: personaliza el versículo. Santiago 1:22 me recuerda hacer lo que la Palabra dice; no solamente leer o memorizar, sino hacer, vivir la Palabra en mi vida. Después entender mejor el perímetro y pulverizar el versículo, el Espíritu Santo comienza a convencerte de un pecado o de una verdad que necesitas personalmente, en un desafío inmediato o circunstancia en la que te encuentras. Cuando esto sucede, aplica el bálsamo de la Palabra para esa herida, necesidad o desafío. Allí es donde la transformación toma lugar, comencemos por negarnos a nosotros mismos, tomando nuestras cruces y obedientemente seguir la Palabra de Dios.

Oremos: Gracias Padre por tu Palabra, es tan rica y profunda, su verdad cada día me guía y enriquece. Ayúdame a entender lo que tienes para mi vida, cómo este versículo me dimensiona a mejor estadío de madurez y crecimiento como tu hijo. Amén.