Una palabra a su tiempoMuestra
Permanece humilde
Atribuir nuestro éxito a nuestros esfuerzos es una forma de idolatría que engendra egocentrismo y complacencia, lo cual termina en hacer concesiones. En lugar de temer a Dios, algunos temen al mundo y buscan sus bienes engañosos. Otros buscan el conocimiento y la aclamación, robándole la gloria a Dios. Sin embargo, la práctica de atribuir nuestro éxito a nuestros propios esfuerzos ha sido el caso a lo largo de la historia de la iglesia, y continúa hoy en día.
Las Escrituras nos enseñan que la humildad y el temor del Señor son recompensados con riquezas, honra y vida. Cuando eludimos u olvidamos humillarnos ante el Señor o abusamos de la mayordomía de Su paz y prosperidad (que son para el bien del evangelio y no para nuestro ensimismamiento) somos sacudidos.
Considera a Nabucodonosor, el rey de Babilonia. Cuando pensó grandes cosas de sí mismo, atribuyéndole la gloria a su propio nombre, Dios lo humilló. Durante siete años, perdió la cordura. Pero cuando el rey finalmente se dio cuenta de que Dios es el Altísimo y el que tiene todo el poder, la fuerza y la sabiduría, Dios restauró a Nabucodonosor.
La disciplina del Señor es desagradable, dolorosa y totalmente para nuestro bien. Como un fuego consumidor, su castigo puede hacer una de dos cosas. Ya sea que endurezca nuestros corazones o nos haga reenfocar nuestras prioridades y reevaluar nuestro propósito de vida. Dios nos castiga para que volvamos a estar en línea con Su verdad, en Su gracia, para que podamos ser partícipes de Su santidad.
Si se abraza, su disciplina produce justicia en nosotros y aumenta nuestra medida de paz. También hará que desde dentro de nosotros se eleven regocijo y alabanza. El salmista declara en el Salmo 118 que, aunque fue castigado severamente, vivirá y contará todo lo que Dios ha hecho. Y relata las muchas veces que Dios fue su fuerza, defensa y salvación.
No te desanimes. No te canses. Sé rápido para arrepentirte de cualquier acción externa, pensamiento o motivación por la cual el Espíritu Santo te traiga convicción de pecado. Entonces, al igual que el rey, reconoce la soberanía de Dios y, como el salmista, cuenta sobre Su bondad en tu vida. ¡Tú también verás Su salvación y le darás gracias, sabiendo que eres muy amado!
Padre Celestial, vengo a Ti con un corazón humilde. Ya no quiero ser terco. Por favor, alinea mi corazón con el Tuyo.
Acerca de este Plan
Dios siempre está hablando; debemos aprender a prestar atención a su voz. Este devocional tiene el propósito de facultarte para escuchar lo que Él te está diciendo. A medida que sintonices tu oído con la voz del Padre y obedezcas Su Palabra, ¡comenzarás a escuchar «Una palabra a su tiempo» para tu vida en todo momento!
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Queremos agradecer a Doug Stringer en asociación con El Centro Network por proporcionar este plan. Doug Stringer es el fundador y presidente de Somebody Cares America y Somebody Cares International. También dirige el podcast A Word in Season. Para más información, visítanos en https://somebodycares.org/awordinseasonpodcast/ y https://www.elcentronetwork.com