Apartadas - Viviendo Una Vida Que Glorifique a DiosMuestra

De Cuerpos Consagrados

Nuestros Cuerpos son Su Templo

Leer: 1 Corintios 6:12–20

EOAO: 1 Corintios 6:19–20

¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que habéis recibido de Dios y que está en vosotros, y que ya no sois dueños de vosotros mismos? Pues por un precio habéis sido comprados. Por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, que son de Dios.

En el texto

Cuando elegimos cuidar, atesorar y administrar los increíbles cuerpos que Dios nos ha dado, lo honramos. Administrar nuestros cuerpos significa que nuestras decisiones diarias son importantes para Dios, desde cómo alimentamos nuestros cuerpos hasta cómo nos vestimos o lo que decimos.

En 1 Corintios 6:19–20, Pablo nos enseña que nuestros cuerpos son sagrados. Son la morada del Espíritu Santo y debemos cuidarlos como tales. Cuando tratamos nuestros cuerpos como templos, mostramos al mundo que pertenecemos a Dios. Demostramos que nuestra identidad en Cristo nos distingue del mundo e invitamos a otros a presenciar Su poder transformador en nuestras vidas.

Debemos cuidar el cuerpo que Dios nos ha dado lo mejor que podamos según nuestras circunstancias personales. Siempre que sea posible, debemos elegir alimentos saludables, descansar lo suficiente y mantenernos activas. Y, sobre todo, nunca debemos usar nuestro cuerpo para actividades que deshonren a Dios, como adicciones o conductas inmorales.

Cuando vivimos así, ofrecemos nuestros cuerpos como sacrificio vivo a Dios, haciéndonos disponibles para Sus propósitos (Ver Romanos 12:1). Al hacerlo, encontramos nuestra alma refrescada y nuestro corazón más sintonizado con Su voz.

Cuando elegimos vivir apartadas para la gloria de Dios, honrar a Dios mediante la forma en que administramos nuestros cuerpos es otra manera de reflejar la bondad y la gloria de Dios ante un mundo que nos observa.

Oración

Querido Jesús, gracias por hacer de mi cuerpo un templo para Tu Espíritu Santo. Ayúdame a administrar mi cuerpo de una manera que te traiga honor y gloria. Amén.