[Fe] La fe justificaMuestra

Todo por culpa de la gelatina

Todo empezó con una simple visita al museo con nuestros adultos mayores. Estaba emocionado de conectarme con ellos y visitar la exhibición de los Rollos del Mar Muerto, sin darme cuenta de que ese día pronto tendría una poderosa ilustración de la gracia de Dios.

Disfrutamos el recorrido en el museo y aprendimos sobre los antiguos pergaminos. Después decidimos almorzar juntos en la cafetería del museo. En ese momento ya tenía hambre y la variedad de opciones despertó aún más mi apetito. A medida que avanzaba en la fila, no pude evitar llenar mi bandeja con platos de aspecto delicioso, incluidos esos tentadores cubos de gelatina que solo pido en las cafeterías.

Mientras me acercaba a la caja registradora, el cajero me dijo el total, que me pareció excesivo para una comida de cafetería. En medio del asombro y la vergüenza por haber llegado a un monto tan alto por un almuerzo, saqué mi billetera. Fue entonces cuando descubrí que sólo aceptaban dinero en efectivo, algo que yo no tenía. El pánico se apoderó de mí, pero la dulce anciana que estaba a mi lado se ofreció amablemente a pagar mi comida. Sacó su bolso, contó cuidadosamente los billetes y se los entregó al cajero. La culpa que sentí fue abrumadora, pero ella insistió en que era un honor para ella pagar por mi almuerzo.

Cuando nos sentamos a comer, no podía quitarme el sentimiento de culpa y gratitud. Fue entonces cuando me di cuenta de que esta experiencia representaba perfectamente el concepto bíblico de justificación.

En la Biblia, la justificación es un término legal en el que Dios nos declara justos ante sus ojos mediante nuestra fe en Jesucristo. No se trata de nuestras buenas obras o de lo que podemos lograr por nuestra cuenta. Se trata de que la gracia y el amor de Dios cubren nuestros pecados y nos hacen estar bien con Él. Y mientras caminamos por la vida, cargamos nuestras bandejas con las muchas bendiciones que vienen con la justificación: paz, acceso a Dios, resiliencia, perseverancia y el amor de Cristo.

Cuando lleguemos al final de la fila, listos para pagar todas estas bendiciones, encontramos que Jesús ya se ha hecho cargo de la cuenta. Al igual que la dulce anciana de la cafetería del museo, Jesús pagó la cuenta por nosotros cuando murió en la cruz donde derramó su sangre por nuestros pecados. Nunca podremos pagar la deuda que tenemos, pero podemos aceptar con gratitud su regalo y vivir a la luz de su amor.

A medida que exploramos más este concepto en este plan devocional, tómate un tiempo para meditar en cómo te ha bendecido Dios. Puede ser difícil si estás pasando por una situación complicada en este momento, pero comienza con tu salvación. Piensa en cuán misericordioso ha sido Él al salvarte, y luego todo lo demás seguirá.