La oración que agrada a DiosMuestra
La oración que trae bendición
Dios está deseando bendecirnos. Lo estaba con Israel, y nunca se ha cansado de intentarlo con cada una de Sus criaturas. Él no es el tirano que nos hemos empeñado en ver cuando no recibimos exactamente lo que pedimos. Se ha comprometido con nosotros a hacer lo mejor, Su voluntad perfecta, y aunque no suele coincidir con la nuestra, en ella siempre hay bendición.
Cuando probamos a Dios en cuanto a seguir Su voluntad para nosotros, descubrimos que Su corazón está puesto en que nos vaya bien. No es a nuestra manera, es a la suya, y eso es lo que más nos cuesta entender. Es, sin embargo y probablemente, la lección más importante de nuestra vida.
Nuestra idea de bendición suele ser bastante superficial. Más bien llamamos así a lo que nos gusta, pero poco más. No pensamos normalmente en lo que honra a Dios y llena Su corazón de alegría. La gloria debida a Su nombre, reconozcámoslo, no es nuestra prioridad, y eso marca la manera en la que nos acercamos a Él.
Salomón, sin embargo, entendía en este punto de su vida que era mayordomo del reino que había heredado. Con el tiempo, erró el rumbo y se desvió, pero hubo un tiempo en el que la bendición de Dios era tan evidente para su vida, que no podemos por menos que preguntarnos por qué.
En primer lugar, porque Dios quiso hacerlo así. No es una fórmula mágica. Nadie como Jesús honró al Padre con todo y sin pecado, pero no tenía, sin embargo, dónde reposar Su cabeza. Otros profetas antes atravesaron multitud de dificultades, pero ninguno de ellos mendigó pan. La generosidad con que fueron provistos no cumpliría los estándares del mundo, ni se parecía a la grandeza de Salomón en cuanto a riquezas, pero qué duda cabe de que Dios estuvo con ellos y Su fidelidad fue recompensada. Hubo bendición.
Esto nos lleva a tener que reconsiderar el significado de ese concepto. Su voluntad buena, agradable y perfecta no suele tener el aspecto que esperamos, pero siempre trae abundancia. Es en términos espirituales que se produce, no siempre materiales, y no nos alcanza solo a nosotros, sino que irradia hacia los demás. Es el carácter de Dios en estado puro, y también nuestro llamado.
Su bendición, como no puede ser de otra forma, refleja el carácter de quien bendice, que es Dios mismo, y se proyecta hacia fuera.
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Acerca de este Plan
Es de todos conocido que, cuando Salomón llegó al trono, pidió sabiduría. Lo que no nos resulta tan familiar, quizá, son los ingredientes que compusieron la oración mediante la cual se dirigió a Dios y que a Él le agradó en sobremanera. En este Plan de 5 días, nos detendremos a considerarlos.
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