La oración que agrada a DiosMuestra
La oración centrada en otros
Nuestras palabras suelen delatar dónde está nuestro corazón. El de Salomón estaba en la tarea que tenía por delante: un pueblo que gobernar en los caminos de Dios, tal como hizo su padre. Podría haber pedido para sí cualquier cosa, pero no lo hizo, y la declaración del Señor al respecto no deja lugar a dudas: “Porque has demandado esto, y no pediste para ti...”.
Incluso la inteligencia que pidió era “para oír juicio”. La montaña que tenía delante de sí era tan inmensa, que solo tenía dos opciones:
- enfrentarla en sus propias fuerzas, cosa que sabía que era crónica de una muerte anunciada,
- o apelar a quien siempre es mayor que cualquier obstáculo: el Dios de los ejércitos al que había servido su padre.
En ese momento de su vida, Salomón no tuvo duda, y escogió bien. La alternativa no tenía sentido. Hizo de su parte lo que sabía que tenía que hacer:
- amar a Dios,
- servirle según Sus principios,
- estar a cuentas con el Señor,
- tomar buena nota del ejemplo de quien lo hizo bien antes que él,
- y clamar al Todopoderoso.
Obediencia, dependencia y servir hacia fuera, no a uno mismo. ¿Qué hubiera pedido hoy cualquiera de los políticos que nos gobiernan? ¿Qué querríamos para nosotros, sin ir más lejos, si el Todopoderoso nos dijera “Pide lo que quieras que yo te dé”? De nuevo, nuestras peticiones hablan de nuestro corazón, y también del concepto que tenemos de Dios al orar.
Dios es amor. Su corazón se vuelca en Sus criaturas, lo ha hecho hasta aquí con nosotros, y Su consigna para el ser humano es amarle con todo lo que tenemos, y a los demás como a nosotros mismos.
La oración según el corazón de Dios ha de seguir esa lógica también:
- está centrada en el Señor y en quién es Él,
- y tiene en la mira y su preocupación en otros;
- ¡y no es que nos dé igual cómo estemos nosotros! Es que Dios bendice a los que le honran en obediencia, y todo lo demás nos es dado por añadidura.
A Salomón le iría bien si al pueblo le iba bien y, principalmente, si Dios le bendecía. Ningún rey que se sirve solo a sí mismo puede perdurar. El éxito de su padre había residido justo en esto, y anticipaba el carácter del Reino de quien sería el Ungido con mayúsculas, Cristo mismo, Dios hecho siervo por amor.
Acerca de este Plan
Es de todos conocido que, cuando Salomón llegó al trono, pidió sabiduría. Lo que no nos resulta tan familiar, quizá, son los ingredientes que compusieron la oración mediante la cual se dirigió a Dios y que a Él le agradó en sobremanera. En este Plan de 5 días, nos detendremos a considerarlos.
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Nos gustaría agradecer a Lidia Martín por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.lidiamartin.online/