Invitados Por JesúsMuestra
¡Todo por amor!
Una multitud de hombres imperfectos, irreverentes y crueles, llevarona la cruz al perfecto Hijo de Dios. Una ironía impensable que resultó en la reconciliación de ese mismo ser humano imperfecto con el Dios de toda perfección. Pero toda esa contradicción, fue el cumplimiento perfecto del plan de Dios. Lo que Dios determinó eso sucedió.
¿Cómo podemos entender y mucho menos comprender, el amor que generó tan grande entrega y tan terrible sacrificio? Dios Padre da a su Hijo, no para que le hicieran rey sino para que le enterraran una corona de espina en su cabeza. No dio a su Hijo para que lo exaltasen y le dieran la honra merecida, sino para que lo molieran y le arrancasen la piel a latigazos (Is. 53:3-5).
Cuando el Hijo de Dios fue encarnado no llegó a un lugar donde recibiría la honra merecida. Desde muy temprana edad hizo sombra sobre él la amenaza de muerte de aquellos a quienes había venido a salvar. Como Él mismo dijo, no tenía donde reclinar su cabeza, los suyos no le recibieron y su familia más cercana no le creyó.
Los que tuvo más cerca, a los que escogió para que estuviesen con Él, en el momento cuando más los necesitó, le negaron y le abandonaron. Terminó vendido como un malhechor por unas monedas de plata.
¿Se sorprendió Jesús por el rechazo de los hombres? De ninguna manera, Él sabía que para esto había llegado, las palabras del profeta Isaías en el capítulo 53, le recordaban constantemente lo que su entrega por la humanidad significaría. Las palabras: despreciado, desechado, menospreciado, azotado, abatido, herido, molido, angustiado, afligido, llevado al matadero, describían lo que padecería por amor.
Siendo que Dios dio a su Hijo por amor, que Jesús se entregó a sí mismo por amor mediante el Espíritu Eterno, podemos tener la inmensa bendición de disfrutar su salvación. Todo por el derramamiento de su sangre en una cruz construida por hombres imperfectos que quisieron terminar con su vida. No sabiendo que la muerte de Jesús en esa cruz, sería la más grande muestra del amor de Dios por la humanidad.
Ya Jesús no está clavado a una cruz como muchos piensan. El Rey resucitó y está sentado a la diestra del Padre. Su lugar es uno de honra y gloria. Millones de millones le sirven en las esferas celestiales y le adoran sin cesar. Pronto retornará como prometió, y los que le hemos recibido y hemos creído en su sacrificioen la cruz, estaremos como reyes y sacerdotes en su reino eterno (Apc. 5:10-13).
La pregunta importante es, ¿cómo respondemos a su invitación? Porque cual sea nuestra respuesta, esta trascenderá a la eternidad.
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Agradecimiento especial al pastor Jonathan Riddering por su colaboración en el arte gráfico.
Escrituras
Acerca de este Plan
No es un asunto de poca importancia el ser invitados por Jesucristo, el Hijo de Dios. Una invitación como esa jamás debiera ser rechazada. Pero, la realidad es que momento tras momento hay declinaciones alrededor del mundo a una invitación tan preciada. ¿A qué nos invita Jesús? En este plan de cinco días iremos a las Escrituras para encontrar la respuesta a esa importante pregunta.
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Nos gustaría agradecer a Grettchen Figueroa por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://facebook.com/GrettchenStage