Invitados Por JesúsMuestra
Invitados a la cruz
Imaginemos el mundo sin la cruz. Jesús, el Unigénito de Dios no se ha encarnado y no ha habido pesebre. Hay una ausencia total de luz en el mundo, porque su Luz no ha sido manifestada a los que andan en tinieblas. No ha habido cánticos de Hosanna que den: ¡Gloria a Dios en las alturas!
Sus palabras, sus milagros, su obra salvadora no fueron hechos que quedaran plasmados en la historia. Tanto su arresto, como su juicio, la cruz y la resurrección nunca se dieron.
¡Qué terrible! Estamos mirando una humanidad sumida en la más grande de las desesperanzas. Es un cuadro demasiado trágico, no queremos ni siquiera imaginarlo, porque hay demasiada oscuridad en esa imagen.
Pero, ¡gloria a Dios en las alturas! Jesús el Unigénito Hijo de Dios se despojó de toda su gloria y se hizo uno de nosotros. Podemos verle en el pesebre y escuchar las palabras del ángel diciendo: “No temáis porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo; que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lc. 2:10-1).
¡Qué verdad maravillosa! Definitivamente son nuevas de gran gozo, nos nació un Salvador. La luz resplandeció en las tinieblas, luz para revelación de los gentiles, y para gloria de Israel (Lc. 2:32).
En un instante, pasamos de la angustia y el desaliento que provoca ser una humanidad a oscuras, a la gloriosa realidad de la buena voluntad de Dios para los hombres, manifestada en la encarnación de su Hijo Jesucristo.
Y del pesebre en Belén llegamos a la cruz en el Monte Calvario, donde el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo fue crucificado. Allí vemos dolor, sangre y quebranto. Vemos un cuerpo molido y herido, evidenciando la horrenda crueldad de los hombres en contraste con el gran amor de Dios.
La cruz es real, hay esperanza. No es una historia más, es la más grande y gloriosa de las historias. Es una historia de amor que comenzó en la eternidad, en el corazón del Padre. La cruz es esperanza, es luz, es nuevas de gran gozo. La cruz es reconciliación, es paz, es vida eterna. La cruz disipa las tinieblas, acaba con la esclavitud del pecado y con el temor de la muerte.
El Unigénito de Dios crucificado, es la más grande muestra del amor del Padre al mundo condenado por el pecado. La fe en la obra redentora de nuestro Salvador Jesucristo, nos ha trasladado del reino de las tinieblas a Su reino de luz. ¡Qué gozo! ¡Qué bendición! ¿Habrá alguna invitación más valiosa que esa?
Lamentablemente, hay muchos en el mundo a quienes no les ha resplandecido la luz del Evangelio de Jesucristo. Caminan sin paz y sin esperanza, sumidos en la más densa de las tinieblas. Para muchos de ellos la cruz es locura, pero para los que hemos creído, “Cristo crucificado, es poder de Dios y sabiduría de Dios” (1 Cor. 1:23-24).
Acerca de este Plan
No es un asunto de poca importancia el ser invitados por Jesucristo, el Hijo de Dios. Una invitación como esa jamás debiera ser rechazada. Pero, la realidad es que momento tras momento hay declinaciones alrededor del mundo a una invitación tan preciada. ¿A qué nos invita Jesús? En este plan de cinco días iremos a las Escrituras para encontrar la respuesta a esa importante pregunta.
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Nos gustaría agradecer a Grettchen Figueroa por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://facebook.com/GrettchenStage