SABIOS PARA RESOLVER

Somos lo que somos en medio de la presión. Y un sabio consejo de la Palabra es que… “Se debe estar listo y dispuesto para escuchar; en cambio debemos ser lentos para hablar y para enojarnos”.

Algo curioso, físicamente hablando, es que es posible cerrar la boca pero imposible cerrar los oídos. Por ello callar debe ser un acto voluntario. Dios desea que estemos más abiertos para escuchar antes que para hablar, ya que “en la abundancia de palabras, no falta la necedad, no falta el pecado” (Proverbios 10:19).

Esta forma de conducirnos, es la que nos orienta a Dios para que podamos disminuir la generación de conflictos y estar mejor predispuestos a la hora de resolverlos. También esto ayudará a poder tener control ante la ira, y a ser mesurados, como muestra de madurez personal. El hombre enojado no hace lo que es justo a los ojos de Dios; la gente violenta no busca hacer lo que Dios quiere, sino que se afirma en su propia justicia.

Que Dios pueda tener lugar en nuestra vida para que su Espíritu manifieste el “dominio propio”, el auto-control que necesitamos a la hora de resolver situaciones difíciles. Aprendamos a dejar la justicia en las manos del Señor y a ser cada día agentes de paz, bendiciendo y sembrando la conciliación a la hora de hablar, escuchar y actuar. “Porque la semilla y el fruto de justicia, se siembra en paz para aquellos que hacen la paz” (Santiago 3:18). Escuchar antes que todo, hablar con cordura sin propensión a enojarse, para resolver sabiamente las situaciones.

Para la reflexión:

En momentos de tensión y presión social, en medio de algún conflicto, ¿puedo reconocer autocontrol y sabiduría en mi manera de expresarme?

¿Trato de resolver mis conflictos, imponiendo mis convicciones o también considero que Dios necesita que sea parte de una solución pacífica?

Afirmación: “Decido ser sabio para saber escuchar, saber hablar y manejar el enojo a la hora de resolver algún conflicto con alguien, siendo un agente de paz”.