EL VERDADERO CAMINO AL ÉXITO

Querer ser alguien reconocido es un sentimiento innato del ser humano. Se trabaja, se hacen esfuerzos y se siembra para lograr esto. Pero en el proceso podemos equivocarnos de camino. En un mundo de atropello y de egoísmo, del “yo primero”, “mis derechos”, “ya verán quien soy”, es difícil entender que para Dios estar en lo alto comienza con la humildad. La cruz fue el acto más humillante que pudo tomar el Hijo de Dios. Pero no lo humillaron, sino que Él mismo se humilló padeciendo como un ser humano terrenal; se hizo obediente y se entregó hasta la muerte inmerecida. Tomó el camino más difícil pero promovido por el Padre, pues en definitiva, el reconocimiento saludable y eficaz viene por parte de Dios. Él exalta, promueve, defiende, justifica y entrega lo máximo, pues es dueño de todo. En un mundo de caminos equivocados, el ahora Rey exaltado nos aconseja: “No ha de ser así entre ustedes, sino que el que entre ustedes quiera llegar a ser grande, será el servidor”.

La humildad es un valor que nos deposita en el camino de la grandeza, pero nunca ajenos del dolor, la soledad y la injusticia humana. ¡Sigamos el camino de Jesús!

Para la reflexión

¿Puedo identificar actitudes que denotan la falta de valoración personal y la necesidad de reconocimiento social, que impiden entender el camino de la humildad?

¿Puedo confiar en que Dios, quien conoce lo verdadero de nuestra vida en lo privado, nos pueda exponer con honra en lo público a su tiempo?

Afirmación: “Decido seguir el camino de humildad trazado por Jesús, sirviendo y realizando su propósito independientemente de la valoración de la gente”.