Goliat debe caer: Ganando la batalla contra tus gigantesMuestra
EL RECHAZO DEBE CAER
David era sólo un adolescente cuando llegó a la batalla de los israelitas y los filisteos. No era parte del ejército, sólo llevaba provisiones a sus hermanos. Cuando llegó al campo, escuchó los insultos de Goliat, y preguntó quién iba a derribarlo. A sus hermanos no les gustaron sus preguntas. Veamos este texto: "Cuando Eliab, hermano mayor de David, lo escuchó hablar con los hombres, ardió de ira con él y le preguntó, "¿Por qué has venido aquí?" (1 Samuel 17:28).
Esta respuesta no sorprende si conocemos el resto de la historia. En Samuel 16, leemos que cuando el profeta Samuel fue a la casa de Isaí a ungir a un rey para Israel, Isaí comenzó con el mayor, Eliab. Él era el más grande, mayor, y más fuerte de los hermanos. Seguramente él sería el nuevo rey. Pero Dios dijo, "No. No él". Indudablemente, Eliab se sintió despreciado. El sistema parecía de cabezas. Él no fue elegido rey, sino el menor de los hermanos, el que no estaba ni siquiera en la línea. Eliab se sintió rechazado, y aquellos rechazados rechazan a otros.
A nadie le gusta sentirse que no está a la altura. O lo suficientemente inteligentes. O deseados. Y aunque desearíamos que no fuese así, la opinión de otros importa. Una palabra de rechazo, aunque sea algo pequeño sin intención, nos lastima y envenena. Una pequeña semilla de rechazo puede echar raíces y hacer estragos en el futuro. Al poco tiempo, nos olvidamos que Dios nos creó milagrosamente con un propósito y un plan. Nos olvidamos que Él no nos pide que nos comparemos con otros o correr la carrera de otros. Perdemos de vista nuestro comienzo milagroso y nuestra recreación en la persona de Cristo. Luego, nos encontramos atormentados por este gigante del rechazo.
Experimentar la victoria de Jesús sobre el gigante del rechazo viene de verte en la forma en que tu Padre Celestial te ve, como su amado hijo. Como Pablo escribió, "Si somos niños, somos herederos, herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con Él, para que juntamente con Él seamos glorificados." (Romanos 8:17) Dios no te aceptó por algo que hayas hecho, sino porque te amó (ve 1 Juan 4:19). Aún más, Dios te amó tanto que estuvo dispuesto a pagar un enorme costo para traerte cerca suyo: la muerte de Su propio Hijo, Jesús, en la cruz.
Imagina a Jesús hoy suspirándote, "Yo realmente te amo. ¡Ya estoy complacido contigo!" Puede parecer loco pensar que el Dios del Cielo, creador del universo, te conoce personalmente. Muchos de nosotros perdemos el control cuando tenemos treinta me gustas en las redes sociales. ¡Aún así el Dios del universo está atento a ti (ve Salmo 8)! Te ha perseguido (ve Lucas 15:3-7).
Antes de que hayas sido concebido, Dios dijo, "Te elijo como mío." Esa verdad cultiva un sentimiento de aceptación en ti. Tu valor no se limita a lo que logras sino que está ligada por siempre al hecho de que Jesús fue dado por ti. Fuiste hecho para ser aceptado y abrazado por tu Padre Celestial. Fuiste hecho para ser amado, gratuitamente. Vives de Su aceptación, no para la aceptación de otros. Cuando te des cuenta de esto, el gigante del rechazo caerá.
Responde
¿Qué razones tienes para sentirte profundamente aceptado por Dios? ¿Cuáles de ellas son prominentes en tus pensamientos? ¿Cuáles no lo son?
¿En qué sentido puedes decir, "Dios me ha escogido"? ¿Qué significa para ti? ¿Por qué es tan importante?
¿Cuál es la diferencia entre vivir para la aceptación y vivir de la aceptación? ¿Cómo puedes ponerlo en práctica?
*Para ver el Video en tu idioma ir a Viveo - Configuración, hacer clic en "subtítulos/CC" y selecciona tu idiomaEscrituras
Acerca de este Plan
Es posible que tengas en tu vida un gigante que te mantiene cautivo, intimidándote, y robándote el gozo. Los adversarios como el miedo, el rechazo, el confort, la ira y la adicción reclaman y dan un paso firme en tu corazón. En este Plan de siete días, Louie Giglio examina la historia de David y Goliat para mostrar cómo esos gigantes pueden caer: al enfocarnos en el tamaño de nuestro Dios, no en la altura de tus gigantes, y caminando en la victoria que Jesús ya ha ganado.
More