Madres de la BibliaMuestra

En la maternidad, como en la vida, tendremos aflicciones a las cuales enfrentarnos día a día, ya sea la angustia por el anhelo no cumplido de concebir un hijo, como fue el caso de Ana, o los retos que conlleva el construir una familia. En cada una de las aflicciones de la vida podemos ser llevadas a la desesperanza.

Es alarmante las estadísticas de madres cristianas que sufren depresión en esta generación, tal vez eres una de ellas. Ana, por la aflicción de su corazón, llegó a afligirse tanto que no comía. ¿Qué nos lleva a perder la esperanza? ¿El diagnóstico médico de un hijo o la pérdida de un anhelo en la maternidad? Sin duda las dificultades pueden ser una razón. Más, hay algo que sin duda nos puede llevar a una depresión, como fue el caso de Ana. Depresión es una desesperanza como respuesta a un problema que nos causa una inhabilidad para vivir responsablemente y bíblicamente.

Lo que nos lleva a perder la esperanza es dónde ponemos nuestra confianza. Ana, había estado sufriendo año tras año por su esterilidad, pues al principio de su angustia había depositado su confianza en lo que no poseía, olvidando que lo tenía todo en Su amado Dios. Más tarde, luego de recordar que su vida le pertenecía al Dios Soberano, tomó una decisión por fe, de actuar con esperanza comiendo y bebiendo, para ir en oración a Aquel que era el único que podía cambiar su situación.

Cuando nuestra mirada está puesta en lo temporal y pasajero de este mundo, incluyendo el rol cambiante de la maternidad, somos vulnerables a perder la esperanza, pues nuestra esperanza es eterna, Cristo Jesús.

Medita en esta historia con las siguientes preguntas:

1. ¿En dónde estoy depositando mi confianza?
2. ¿A dónde yo acudo en mis momentos de angustia?