¡Dios te quiere libre!

Un ave enjaulada, puede llegar a experimentar los mismos síntomas que una persona: estrés, tristeza, ira, desconfianza, inseguridad e incluso pensamientos suicidas, como es en el caso de los loros.

Y hay algo extraño que también puede llegar a suceder, después de estar mucho tiempo en una jaula prisionera, cuando se les abre la puerta, no quieren salir porque les da miedo.

Muchos de nosotros sabemos que hay cosas en nuestra vida, heridas profundas en nuestra alma que nos impiden ser felices, ser libres de toda opresión. Pero, seguimos en la jaula, incluso si sabemos que hay una puerta abierta para que salgamos de nuestro dolor, ansiedad, depresión y tristeza.

Así nos sucede a muchas personas, nos da miedo creer que podemos ser libres y felices, que podemos experimentar un cambio real y que nuestros problemas se pueden llegar a solucionar si verdaderamente dejamos entrar a Jesús en nuestro corazón.

La Biblia dice: “No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7 NTV).

No hay nada que sea imposible para Dios. Él puede hacer nuevas todas las cosas en tu vida y puede enseñarte la manera de que sanes todas tus heridas para que ese miedo que sientes se vaya, todo por el poder de su Santo Espíritu en tu vida, por haber aceptado a Cristo como tu Señor y Salvador.

Lo más importante es aprender a confiar en Dios, en que Él puede tomar el control de tu vida, y en que nunca te dejará ni te desamparará.

Pero, como en todo, la decisión siempre será nuestra.

Si el paciente no quiere tomar la medicina, difícilmente sanará, si no completa el tratamiento, seguramente llegará a recaer.

Necesitamos ser valientes, constantes y perseverantes; Dios se encargará de lo demás.