La Iglesia es un hospital

¿Has escuchado a alguien decir que la Iglesia es como un hospital?

Pues definitivamente tiene razón, los doctores escuchan las dolencias de las personas en la consulta y después les dan una medicina para aliviar ese dolor y curarlos de su enfermedad.

Cuando llegamos a la iglesia, venimos muchas veces con muchas heridas, lastimados, sufriendo. Incluso algunos nos podemos encontrar en una situación crítica, ¡requerimos de terapia intensiva!

Los problemas en el matrimonio, con los hijos, económicos, de salud, nos han dañado gravemente, necesitamos ser sanados e ingresados en un tratamiento profundo de SANIDAD DEL ALMA.

Cuando alguien ha sido severamente dañado en su autoestima, su identidad, con rechazo, abuso, violencia, abandono, etc., en lo más profundo de su ser, solo hay una medicina lo suficientemente potente para llegar a lo profundo de un corazón, te estamos hablando del poder del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo viene a morar en nosotros cuando decidimos entregar por completo nuestra vida al Señor y reconocemos a su Hijo Jesús como nuestro único Señor y Salvador.

Este es el primer paso para comenzar con nuestra sanidad, porque solo el poder de su Espíritu, puede transformar nuestra vida y nuestro corazón.

“Le pido a Dios, fuente de esperanza, que los llene completamente de alegría y paz, porque confían en él. Entonces rebosarán de una esperanza segura mediante el poder del Espíritu Santo” (Romanos 15:13).

El Espíritu Santo trae a nuestra vida felicidad y paz, la paz que no se puede comprar en ningún lado, solamente podemos conseguirla a través de la fe en Jesús.