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Este versículo escrito por Santiago (el hermano de Jesús) nos recuerda que nuestras oraciones son poderosas, no porque necesariamente obtendremos lo que queremos, sino porque cuando alguien sabe que estamos orando por él, eso comunica amor, honor y compasión.

Hoy, ora por alguien más. Después de orar por esa persona, envíale un mensaje de texto o dile cara a cara que has orado por él o ella y por lo que está pasando. El mero hecho de saber que alguien se preocupa podría ser el "resultado maravilloso" que tu amigo necesita ahora mismo.