21 Días De Filiación: Dios, Familia e IglesiaMuestra

EL HIJO MAYOR

Ha llegado el momento de hablar del otro hijo de la parábola del hijo pródigo: el hermano mayor. Es el políticamente correcto. Era muy trabajador, responsable y conocía el valor de las cosas. Sin embargo, padecía otro tipo de orfandad: la religiosidad.

En la historia que cuenta Jesús, cuando el hijo menor se arrepiente y vuelve, el padre hace una fiesta. El hijo mayor, al enterarse de todo, se rebela y se queja a su padre. En el tenor del discurso, queda claro que el hijo mayor era más siervo que hijo. Estaba cerca de su padre, pero no disfrutaba de lo que este tenía, hasta el punto de que su padre responde a su queja: “¡Hijo, todo lo que tengo es tuyo! En otras palabras, el hijo mayor desarrolló una mentalidad más de esclavo que de hijo. Todo esto nos enseña mucho. En este viaje sobre la filiación, hay que abandonar toda religiosidad. La religiosidad no tiene ningún poder para suscitar un sentimiento de filiación y lo normal es que genere un alejamiento de Dios Padre. La religiosidad (marca del hijo mayor) trae daños a la espiritualidad y un alejamiento sin fin. Ser hijo es disfrutar de la herencia.

En Jesús hemos sido bendecidos con todo tipo de bendiciones y necesitamos acceder a ellas, ya sean bendiciones espirituales o materiales. Lo que Jesús ha conquistado es nuestro derecho y nuestra herencia. La forma en que llegas a casa de tus padres biológicos demuestra mucho de tu relación con ellos. Los hijos cercanos tienen libertad con el Padre. Por eso, huye del síndrome del hermano mayor; supera la religiosidad y decídete a disfrutar de tu filiación.