QUIÉNES SOMOS: No esclavos, somos herederos

“Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y, como eres hijo, Dios te ha hecho también heredero..” (Gálatas 4:7).

En Gálatas, Pablo explica que la bendición de Abraham no tenía la intención de ser completada por la ley de Moises, sino a través de la promesa que se cree por fe (Gálatas 3:18).

Los lectores gentiles entonces se preguntaron, ¿entonces por qué la ley? ¿Fue necesaria en algún momento? (Gálatas 3:19). Entonces Pablo les explica el propósito de la ley de Dios. Uno de los roles de la ley fue el de servir como guardián hasta que Jesús viniera (Gálatas 3:24).

En los tiempos de Romanos, el guardián era el esclavo responsable de la educación de los hijos. Este esclavo educaba a los niños que estaban a su cargo hasta que ellos alcanzaban la edad de madurez. Ya que los años que el niño pasaba bajo cuidado de un guardia eran años de control, Pablo asemeja el tiempo de ese niño con un tiempo de esclavitud (Gálatas 4:1). Aunque la ley era guardián de una buena protección, los hijos de Dios estaban bajo su control prácticamente como esclavos.

Pero, cuando el tiempo fue completo, Cristo liberó a los hijos de esta esclavitud (Gálatas 4:4-5). Es por esta razón que Pablo se opuso vehemente a la predicación de los judaizantes a los gálatas gentiles: que debían ser circuncidados y seguir la Ley para ser salvos (Gálatas 5:2-6). ¡No es así! Porque, con la venida de Cristo, los hijos fueron liberados de su tutor y guardián a corto plazo… libres de recibir todos los beneficios de ser herederos conforme a la promesa.

Si le perteneces a Cristo, entonces eres un hijo que ya no está bajo el control de la ley. Eres heredero. Un hijo o hija del Rey del universo. Amado. Libre.