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De corazón

Cuando des, da sacrificialmente al Señor. Da las primicias de tu trabajo. A la hora de dar, lo importante no es tanto el porcentaje que representa tu donativo respecto a tus ingresos, sino lo que dice sobre tus prioridades. No se trata tanto de una cantidad justa como de lo que adoras en primer lugar. Aparta una parte de todo para consagrarlo al Señor. Dios quiere nuestra devoción.

No se trata solo de cuánto das, sino de cuándo y cómo lo das. Para algunos de nosotros, lo más fácil es el dinero: el diez por ciento. ¿Por qué pensamos eso? Levítico 27:30 dice que hay que dar la décima parte del producto de la tierra, ya sea grano de los campos o fruto de los árboles. Ese porcentaje pertenece al Señor y debe apartarse para Él como algo sagrado.

Podemos dar el diez por ciento a Dios, pero Dios quiere más de nosotros. Dios quiere la plenitud de nuestros corazones. Por eso, cuando los pastores hablan de iniciativas de discipulado, viajes de generosidad o retos de dar, no se trata del porcentaje; se trata de tu corazón. Habrá algunas áreas en las que tendrás dificultades, algunas cosas que querrás retener. Habrá temporadas y momentos en los que te dará demasiado miedo dar con sacrificio, hacer lo que Dios te pide, comprometerte con la iglesia, servir de una forma concreta, dedicar cierto tiempo o dar una cantidad de dinero. Va a ser duro.

Pero Dios quiere nuestros corazones. Quiere la plenitud de nuestra confianza y nuestra total dependencia de Él. Quiere ser nuestra prioridad. Quiere nuestra devoción total. El propósito del diezmo es enseñarnos a poner siempre a Dios en primer lugar en nuestras vidas. Es nuestro corazón lo que Dios busca.

Señor, tú conoces mis necesidades. Tú conoces mi corazón. Sabes dónde doy con alegría y generosidad, y sabes dónde lucho y retengo por miedo. Ayúdame a honrarte con todo mi ser, con mi tiempo, mi dinero y mis pertenencias. Permite que mi corazón se dedique plenamente a ti.